Francisco Guerrero:
Tema: Sin agenda no hay política
Editorialista
Riobamba está perdida. No hay rumbo, no hay norte, no hay una agenda política que la sostenga más allá de los deseos de los oportunistas de turno.
La semana pasada, el caso Altar salió a la luz, y con él, un desfile de políticos, funcionarios municipales y civiles envueltos en corrupción por asociación ilícita. No sorprende, duele, pero no sorprende.
Es la historia de siempre: se reparten los despojos de la ciudad como si fuese un botín, como si su único propósito fuera ser saqueada por aquellos que logran trepar hasta el poder.
Pero lo verdaderamente trágico no es el robo, es la ausencia total de una clase política comprometida con un proyecto de ciudad. Aquí no hay ideologías, no hay propuestas, no hay disputas de fondo.
Lo único que existe es la lucha por meter la mano en el cajón antes de que llegue otro.
Y así, Riobamba sigue su curso a la deriva, atrapada en un eterno presente donde nada se construye, nada se proyecta y todo se derrumba en el silencio cómplice de la desilusión colectiva.
Si existiera una agenda política real, con objetivos definidos y metas claras, el escenario sería distinto. No estaríamos a merced de la buena voluntad de personajes que solo buscan engrosar su propio bolsillo.
Podríamos exigir, podríamos vigilar, podríamos, al menos, tener una vara con la cual medir a nuestras autoridades. Pero no, seguimos confiando en que la próxima elección traerá a alguien distinto, y cada vez la decepción es más grande.
Riobamba no merece esto, pero parece condenada a repetirlo una y otra vez.