¡Acoso en las calles!

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En la calle, lamentablemente, mientras las mujeres caminan, trotan, se suben a un bus o hacen uso del espacio público es frecuente que sean objeto de insinuaciones mediante expresiones de contenido sexual, las que van desde acciones sutiles o piropos supuestamente ‘inofensivos’, pitazos y silbidos, y en ocasiones hasta en un tono bastante burlesco. ¡Acoso en las calles!.

Contexto El ‘acoso’ o ‘abuso callejero’ es una de las formas de violencia de género más extendidas, y para las mujeres es incómodo moverse libremente por los espacios públicos en el centro de la urbe ya que, por lo general, su espacio personal es invadido sin su consentimiento, siendo pocas las mujeres que se atreven a denunciarlo por miedo o porque en algunod de los casos no cuentan con las suficientes pruebas.

Situación. ‘Jeny’ (nombre protegido) cuenta su verdad de lo que tiene que pasar a diario en las calles de la ‘Ciudad Bonita’ para llegar a su trabajo “la sociedad en la que vivimos cada vez está más descompuesta, no sé si falla la institución familiar o el sistema en el que vivimos, como soy cajera de una entidad privada hay días que me toca ir con falda y he optado por no ir en bus, sino en taxi, pero aun así sentir las miradas que van directamente a la parte baja es incómodo o los silbidos; estoy tratando de no normalizar estas agresiones, y lo que hago es plantarles la miradas y caminar, pero hay hombres que no entienden esto y siguen. En una ocasión que estaba caminando con mi hija un carro comenzó a seguirme y me asusté demasiado que me toco entrarme a una tienda para pedir ayuda y salvaguardar mi integridad y la de mi hija por este hecho”.

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Acciones. Algunos de los locales comerciales del centro de la urbe se han organizado para ser ‘locales seguros’, en los que las mujeres que se sienten presuntamente atacadas por transeúntes se acerquen a pedir ayuda. Paúl, dueño de un local y parte de esta idea, manifestó que las mujeres son las que más se ven afectadas con la inseguridad. “A mi local han entrado chicas, en su mayoría jóvenes, asustadas porque un hombre las persigue, y ahí lo que hago es sonar la alarma para que la Policía venga o alerto al resto de locales que algo sucede”.

Seguridad. Belén, activista en derechos de la mujer, manifestó que siempre y cuando una mujer no sienta que puede ser violentada se defienda. “Si una mujer se encuentra sola y observa que más alla de una palabra puede incurrir en agresiones físicas lo más importante es ponerse a buen recaudo y llamar a la Policía o si está un uniformado cerca de pedir ayuda, otro de los recursos es estar segura y filmar al agresor para exponerlos en redes sociales con ayuda de los diversos colectivos feministas que tiene la ciudad”.

A saber. En ocasiones el acoso callejero puede incurrir en bullying, por hombres inescrupulosos que critican a las mujeres, su forma de vestir, caminar e inclusive su peso corporal, y en la mayor parte del tiempo necesitan terapia psicológica para superar este tipo de experiencias.

 La violencia y el abuso no solo afectan a las mujeres involucradas, sino también a sus hijos, familiares y comunidades, estos efectos incluyen daño a la salud de la persona, posibles daños a largo plazo en los niños y daños a las comunidades como la pérdida de trabajo y la falta de hogar la sociedad no debería normalizar ya que los efectos que tienen son perjudiciales y entre ellos se encuentran:

Físico. Aquellas mujeres violentadas pierden las ganas de vivir más aún cuando han sido ganadas su moral por medio de agresiones (golpes) afectando a su entorno, en este caso pueden ser a sus hijos, repitiendo el mismo patrón en un futuro, perdiendo las ganas de arreglarse descuidando su aspecto físico, llegando al punto de bajar defensas por no tener una correcta alimentación.

Psicológico: La repetición constante de insultos y vejaciones crean barreras emocionales e influye en el desarrollo social de la mujer agredida, teniendo cuadros de depresión que podrían llevarlas al borde del suicidio o sintiéndose insuficiente para su entorno, por este motivo deberían asistir a terapias psicológicas para que de cierta no sientan ninguna sensación de culpabilidad ya que son las víctimas.

Sexual: Este aspecto es uno de los más complejos ya que en su mayoría, por protección comienzan a tener tendencias de atracciones por, personas de su mismo sexo por el sentido de protección que pueda llegar a dar, “en algunos casos lo que sienten es el rechazo hacia los hombres por el hecho de que se sintieron agredidas”, manifestó Mélida Yerovi psicóloga clínica.

Familiar: La violencia de género no solo afecta a la persona agredida si no su entorno, porque los niños que conviven con este tipo de agresiones son retraídos en su vida cotidiana y en la escuela, la mayor parte del tiempo son agresivos y en algunas ocasiones pueden llegar a incurrir en faltas graves como lo es robar pequeños objetos para llamar la atención o lo que se denomina (gritos de auxilio)

Emocional: Este efecto es el más particular, puesto que en su gran mayoría se observa en parejas que recién inician una relación, repitiendo un patrón de agresor y víctima en donde lo que prima son los celos y de aquí se origina el sentido de pertenencia que tiene un hombre hacia una mujer, cosificándola 

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