Doña Rosita Flores lloraba desconsolada. No tiene celular, por eso no sabía cómo comunicarse con su hijo Juan para informarle que fue víctima de robo. Ponía sus manos como implorando al cielo. “¿Por qué a mí?, ¿por qué si soy pobre?, ¿quién pudo ser tan malo para hacerme eso?”, decía la mujer de 79 años de edad.
Situación. Una ciudadana que estaba por el lugar se percató de las lágrimas de la anciana mujer y se acercó. Le preguntó qué es lo que sucedió. Entre lágrimas y sollozos la mujer le dio a conocer que un hombre alto, de contextura delgada, se acercó a comprarle unos tabacos y le pagó con un billete de 5 dólares, sin embargo, Rosita no tenía vuelto, es por ello que con su caminar lento se fue a una de las tiendas de los alrededores para solicitar que alguien le de cambiando el billete.
Realidad. Sin embargo, cuando la adulta mayor regresó se dio cuenta de que le habían robado el dinero que tenía en un vasito de plástico, además de tres cajetillas de tabacos, chocolates, entre otras cosas más, y esto provocó el dolor y la indignación de la mujer.
Sabía que con la venta de ese día podía ayudar a alimentar a sus hijos y nietos, que también trabajan, pero en la actualidad muchas veces la comida escasea. La samaritana lo que hizo fue llamar al hijo de Rosita para darle a conocer lo que sucedió. Llegó de inmediato y trató de buscar al responsable, pero ya era tarde. Las lágrimas de Rosita compadecieron a un ciudadano, quien para que no llore más le regaló diez dólares…
Vivos. Lamentablemente, en la sociedad existen personas de todo tipo. En este caso hay una persona que no se condolió de la realidad y las canas de esta mujer de 79 años de edad.
Empatía. Doña Rosita recibió el apoyo de varias personas que se encontraban caminando por el lugar. Luego de la ayuda del buen ciudadano se quedó un poco más tranquila…
Adulta mayor. Doña Rosita tiene que salir todos los días a trabajar vendiendo dulces. Se ubica en la esquina de la Carabobo y 10 de Agosto desde hace más de 25 años.