En la “Capital Ferroviaria del Ecuador”, Riobamba, todavía quedan los recuerdos de lo que fue el ferrocarril para quienes nacieron en esta tierra. Los mejores años en lo económico, turístico y productivo fueron gracias al tren, que llenaba de vida ya no solo a Riobamba, sino a todas las ciudades y pueblos por los que pasaba: Colta, Guamote y Alausí. Para Chimborazo siempre fue sustentable el ferrocarril, porque es en este territorio donde se encuentra no solo mágicos paisajes y una de las maravillas de la ingeniería, como la “Nariz del Diablo”, sino que aquí están sus estaciones, talleres, locomotoras y el recuerdo de las familias ferroviarias a quienes se les henchía el corazón de alegría cada vez que silbaban las viejas e históricas locomotoras. Sin embargo, desde hace ya cinco meses esto no sucede más en estas tierras. Nuestro tren está paralizado desde hace cinco meses
Realidad. Pero no solo por la pandemia del Covid-19, sino que por la crisis económica por la que atraviesa el Ecuador, desde la Presidencia de la República se decidió liquidar la Empresa de Ferrocarriles. Fue el 21 de mayo cuando los trabajadores de esta institución en Riobamba realizaron un plantón. No solo a ellos se les salieron lágrimas de los ojos, sino a muchas personas que recordaban lo que es para un chimboracense el tren. En los talleres se veía a una de las locomotoras más antiguas, pero funcionales, retroceder hasta la cochera, morada eterna de la que no ha vuelto a salir.
Situación. Y esta realidad se repite en cada uno de los lugares por donde pasaba el tren en la provincia de Chimborazo. Por ejemplo, en Colta, la Estación principal permanece cerrada. Todos los puestos de los alrededores que vivían de la llegada de los turistas, tampoco se encuentran activos. De vez en cuando se observa una tienda abierta, en donde se puede comprar algo.
Lugares. Más adelante se localiza la Estación de Mancheno. Se encuentra prácticamente abandonada, pero no desde esta última época, sino desde hace muchísimas décadas atrás. Por ahí nunca pasó la rehabilitación. Cada día las paredes se van volviendo más antiguas. Solo queda el tanque de agua para llenar a las locomotoras y las oficinas desde donde se subían las encomiendas a la “máquina de hierro”. A lo largo de la línea férrea también se observa las casas que en algún momento se construyeron justo en la vía del ferrocarril. También van perdiendo su encanto y algunas además hasta han sido ya deshabitadas. Al llegar a Columbe se puede observar señalética moderna que se colocó para que la gente sepa cada vez que iba a pasar el tren y así evitar accidentes. Lo mismo se aprecia en Guamote, donde las viviendas de los alrededores fueron hasta pintadas como una atracción
Caso. En Totorillas también se observa otra de las estaciones que perteneció a la hacienda “La Pastoriza”. Tampoco fue parte de la rehabilitación del tren en la década pasada, sin embargo, las paredes de esa Estación y los durmientes también cuentan la grandeza que hubo a inicios del siglo pasado en este sector, tanto que este andén fue creado solamente para transportar los productos que salían desde esta lugar para llevarlos hacia los diferentes rincones del Ecuador.
Emociones. Al llegar a Alausí el impacto es aún más grande. En las calles descansa el tren, con un letrero que en su parte frontal dice: “el tren no se vende, el tren se defiende”. La Estación, una de las más importantes, yace completamente vacía, al igual que los vagones que ven pasar el tiempo entre la inactividad y la desesperanza. Finamente, en el sector de Pistishí está una de las estaciones más importantes, la conocida como “Nariz del Diablo”. Es ahí donde se encuentra una de las paradas más grandes. Todavía están sus columnas, las flores, un puente y hasta un cuidador. Todo está empolvado, hasta la “plaza artesanal”. Chimborazo no puede dejar morir a su tren, pues, es parte de su historiaA