Trabajo infantil Riobamba: Jon tiene 9 años y su hermana, María, tiene 4 años. Ellos deambulan por los alrededores de uno de los mercados de Riobamba, vendiendo frutillas, mandarinas o el producto de temporada.
Su madre es una comerciante informal, que no le toca más que apostarse en los alrededores de este centro de expendio, para poder vender lo que sea. “Yo diario me ganaré unos 6 o 7 dólares. Solo el arriendo de donde vivo me sale a 80 dólares”, comenta la madre, quien agregó que sus hijos le ayudan, porque, caso contrario, no tendrían de qué vivir.
Sobre los estudios de los niños, la vendedora comentó que tienen clases de 7 a 9 por medio de un celular y que los deberes les mandan por Whatsapp. A partir de esa hora llegan al mercado para vender.
Situación. Jon y María no son los únicos. Existen niños y adolescentes de todas las edades, quienes, a pesar de que el trabajo infantil es prohibido en el Ecuador, no tienen otra opción que ayudar a sus padres que son de escasos recursos. Paulina tiene 14 años.
También recorre los alrededores del mercado. Cuenta que las clases las tiene pocas horas al día y que a su mamá, que es soltera, no le gusta dejarla sola, por eso la lleva a este lugar para que le ayude con la venta. Al consultar a los niños si se les llama la atención, comentaron que no, aunque siempre están alertas por si llega la Policía.
“Ese rato no sabemos ni cómo nos llamamos, ni nuestra edad, ni quienes son nuestros papás. Simplemente seguimos caminando”, manifestó Henry, de 10 años, uno de los niños más conocidos de la zona, quien vende pepinos.