En el terminal intercantonal la situación es más evidente y compleja: las dificultades presentadas en este sector vienen formando parte desde antes de la pandemia.
Para saber. Alrededor de 180 frecuencias al día salen a diferentes destinos de la provincia. El número promedio de usuarios que viaja en cada unidad, es de cinco personas. Así lo confirmó, Paulina Torres, administradora del terminal, quien añadió que la presencia de las personas en este lugar es mínima.
“En realidad, parece que no se hicieron los estudios debidos para la localización de estas oficinas, sin embargo, el Municipio trabaja en la dotación de nuevas líneas de transporte urbano. Estas unidades se encargarían de abastecernos de pasajeros”, dijo.
Acción. Días atrás, funcionarios se habrían reunido con los representantes del transporte urbano con el fin de dotar de dos nuevas líneas a este sector para mejorar la situación del terminal. “La idiosincrasia de las personas de los diferentes cantones que son nuestros usuarios, está en subir directamente de los mercados o de los lugares que ellos trabajan hasta la Media Luna o al By-Pass, sin garantías de seguridad”, dijo.
Problemática. La informalidad sigue siendo uno de los problemas que más aqueja a los transportistas. Galo Maishilema, transportista de la cooperativa El Cóndor, manifestó que “toda la vida ha existido el chofer informal. Las autoridades no han podido controlar esta situación. Se ha puesto oficios pero no han logrado hacer nada”, indicó .
Por su parte, Humberto Socai, usuario de estas unidades, subrayó su uso frecuente para llegar desde San Juan hasta Riobamba, sin embargo, una de las cooperativas sale cada 45 minutos, por tanto, por necesidad, los usuarios deben buscar otra alternativa que les pueda trasladar hasta sus destinos. “Sale cada hora, nos toca esperar o irnos en lo que haya”.
Las personas que llevan “carga” utilizan otro transporte por la facilidad de trasladarse desde los centros comerciales, mercados, etc., lo cual impulsa la informalidad. Torres acotó que los usuarios que ocupan el informal prefieren “correr el riesgo de ser atropellados, les roben y no tener todas garantías sanitarias”.