¡Atención, atención! ¡Estamos a un tris de que, nuevamente, la farándula política local, provincial y nacional empiece, cual desfile de modas y alfombra roja, a recorrer por nuestras calles y plazas, comunidades y parroquias, medios de comunicación formales y redes sociales, y hasta el infinito y más allá… dándonos a conocer todas las bondades y cualidades que, con sobra de méritos, deberían ubicarla en el poder del Estado, claro está, en sus diversos niveles! Solo el pueblo salva al pueblo.
De hecho, asomarán algunos “rostros conocidos” y otras “caritas nuevas” que descenderán de sus pedestales y se mezclarán con el pueblo llano para pedirle su favor en la papeleta a cambio de “arreglarle su vida” y la existencia de su legado, es decir, atender sus necesidades en salud, educación, servicios básicos, empleo y más, y eso en Democracia es válido.
Pero -lamentablemente, siempre hay uno o un millón-, desde el otro lado de la vereda, de la del del sufrido, del que día a día debe partirse el alma para llevar un pedazo de maná a su mesa, el que -aunque sea por unas horas- “engañe a la solitaria”, y haga que su estómago no duerma vacío en las frías noches de la Serranía, y lo peor en época de “vacas flacas”, en la que no solo la crisis económica y de valores está haciendo mella, sino que la credibilidad de las instituciones está en entredicho y un mortal enemigo microscópico está aniquilando a una hoy desvalida esperanza, la misma que ya quiere cerrar sus ojos pese a que es la última que abandona el barco.
En tal sentido, el llamado es a la ciudadanía a que aproveche todo este tiempo “guardada” y le dé aunque sea un minuto a la conciencia y la razón para reflexionar sobre el mañana que quiere, y del cual es responsable absoluta.