En verdad, ya resulta hasta cansino abordar el tema en boga, el mismo que a la mayoría de ciudadanos, que somos los conscientes, nos quita el sueño y nos hace elevar plegarias diarias a la Divina Providencia para evitar contagiarnos de una “enemigo invisible llegado de Oriente” que no hace distinción de clase social, sexo, edad, creencia o ideología y, lo peor, para el cual no contamos con las armas debidas para luchar, toda vez que ni los servicios de salud estatales tienen cantidades suficientes de insumos para abrigar esperanzas de superarlo. Sin conciencia ni compromiso no lograremos nada.
Pero, lo más lamentable es que ni la desgracia nos hace tomar responsabilidad y conciencia de la realidad que afrontamos, lo que nos vuelve más vulnerables y en posición de indefensión con el decurrir de los días.
Y todo por el accionar de ciertas personas que no pueden aguantarse las ganas de ingerir bebidas alcohólicas, “tiras pinta” o, simplemente, “tirárselas de crack” y querer jugar un partidito de su deporte favorito, sin saber que para todo hay tiempo, claro está, si tenemos salud y vida para aquello. Y es que si no entendemos que no solo podemos contagiarnos, sino contagiar a quienes más queremos, o a inocentes ciudadanos que estén próximos a nosotros, nunca saldremos de un problema que vino para quedarse, aunque la falta de razón nos haga creer que ya lo superamos.
Dos de los postulados de la Comunicación Social comprenden Educar y Orientar, y en ese afán no nos cansaremos de crear conciencia entre nuestros amables lectores y la población en general, a fin de que superemos las grandes crisis con decisión, visión, cordura y valentía, pero eso tiene que ser en unidad de criterios, pues, solos nunca lograremos nada.