Riobamba/ Ayer, Ecuador pasaba del aislamiento al distanciamiento. Fue el gobierno del presidente Lenín Moreno el que entregó la responsabilidad de decidir sobre el cambio de color de semaforización en cada territorio a los municipios. Sin embargo, en el caso de Chimborazo, todos los alcaldes decidieron de manera unánime iniciar en rojo, lo que significaba que las restricciones iban a continuar prácticamente igual, es decir, comercios cerrados, baja o casi nula circulación vehicular, poca presencia de gente en la calle, entre otros aspectos más.
Realidad. Sin embargo, la realidad para la ciudadanía fue totalmente diferente. Muchísimas personas se volcaron a la calle a realizar diferentes actividades. Los sectores en donde más se evidenció presencia de gente fue alrededor de los bancos, cooperativas y centros de expendio.
Caso. Si bien continuaba la prohibición de abrir comercios que no tengan que ver con medicinas y alimentación, también se evidenció que algunos propietarios decidieron abrir sus puertas luego de más de mes y medio de cuarentena, todo porque requieren trabajar porque los recursos escasean al no generar ganancias.
Preocupación. Otro aspecto que llamó la atención es que si bien existe hasta una ordenanza con la que se exige el uso de mascarillas, muchas personas, entre las que se encuentran niños, no las están utilizando, por lo que se podría propagar el virus. Sin embargo, a diferencia de las primeras horas del día, a partir del toque de queda hubo una considerable reducción de vehículos y personas.