El 8 de marzo es el día en el que las marchas organizadas a nivel mundial nos recuerdan que la lucha por la igualdad de derechos se mantiene. El Día Internacional de la Mujer tiene esa razón de ser, para que continúe vigente la lucha por condiciones más equitativas.
Ana María Guacho, lideresa indígena; Anabel Mancheno, jueza de la Unidad de Violencia de Género; Mónica Delgado y Ligia Díaz, emprendedoras; y María Teresa Peñafiel, comunicadora social, desde sus historias personales han creado y siguen construyendo lo que son.
Desde los espacios que ocupan, abren el camino con acciones diarias para que mujeres más jóvenes encuentren referentes para alcanzar derechos que ahora no tenemos.
María Teresa exige los cambios necesarios para que su hija y nietas no experimenten las vulneraciones que ella vivió. Cada una de estas mujeres ha tenido su propio proceso, porque no es posible comparar, ya que los factores no son similares.
Mujeres y niñas aún son obligadas a casarse
Cuando Ana María era muy joven, su padre la obligó a casarse; fue un matrimonio forzado. A los 20 años, se divorció y eso trajo otro dolor a su vida, aparte de la injusticia: el repudio de toda su comunidad.
Pero lo que más duele hasta ahora es la indolencia y el desprecio de sus padres. Si bien su comunidad, San Juan, se disculpó, el daño ya fue hecho. ‘Yo no me olvido de dónde soy y estoy orgullosa’. Sin embargo, ahora vive en San Luis y agradece por lo que ha vivido y lo que ha llegado a su vida.
Ana María es un ejemplo de lo importante que es tener una guía en la formación de las niñas para que se conviertan en líderes, ya que ella fue parte del activismo de Mons. Leonidas Proaño y también es una de las fundadoras de las organizaciones sociales y políticas indígenas del país. “Me sentí muy orgullosa porque me sentí útil”, dijo.
A pesar de que el tiempo ha pasado y ciertas cosas han cambiado para bien, todavía hay niñas de comunidades indígenas que desde los 12 o 13 años en adelante son obligadas a casarse, y si no lo hacen, son violentadas sexualmente. “Yo diría que no hay justicia indígena, sino injusticia, porque los famosos cabildos o los dirigentes, al hacer justicia, favorecen más al hombre”.
Muchas de ellas llevan en sus vientres bebés que son fruto de las violaciones de sus padrastros, por ejemplo.
“La falta de conocimiento, el miedo y otras razones hacen que las mujeres seamos sumisas”, indicó Ana María; sin embargo, sigue luchando. “Es muy duro, pero tenemos que seguir hablando y haciendo conocer todo”
La preparación a veces no es suficiente para ocupar un cargo mayor
Las primeras mujeres que marcan nuestra vida y forma de ser son nuestras madres y abuelas, debido a su fortaleza, sabiduría y experiencia forjada a lo largo de los años. Para Anabel Mancheno Hermida, jueza de la Unidad Judicial en contra de la Violencia a la Mujer y la Familia, ellas habitan en su mente y corazón.
Sin embargo, su vocación de servicio le permite ser luz y ayuda para las víctimas que llegan al sistema judicial en busca de soluciones.
La independencia y autosuficiencia son los regalos que le brindaron y que aplica en su vida, ya que trabaja desde joven. La valentía y la preparación académica constante son clave para estar en espacios dominados por hombres.
Aunque ha notado una mayor apertura debido a las políticas públicas para erradicar las barreras, evidencia que para las mujeres sigue siendo más complicado alcanzar cargos mayores debido a la maternidad, por ejemplo.
La responsabilidad sigue recayendo únicamente en las mujeres, lo que refleja un rol de género. Su lucha es por tener igualdad de oportunidades y no por querer ser superior a nadie, pero analiza desde su experiencia como la desigualdad conduce a la violencia que afecta a todos los niveles.
La violencia no se justifica y tampoco debe normalizarse, y en este tema Anabel es muy clara, ya que al trabajar de cerca con estos casos diariamente recalca que la empatía y la celeridad de un funcionario judicial son fundamentales.
La maternidad es un ‘obstáculo’ para encontrar trabajo
Ser mujer, joven y madre en un país donde todas estas condiciones te hacen vulnerable a violaciones de tus derechos, luchar es la forma de salir adelante.
Esta es la historia de María Teresa Peñafiel, una joven madre que cree firmemente que ‘las mujeres salimos a luchar por nuestras propias historias’.
Mayte, como cariñosamente la llaman, reflexiona sobre lo que implica ser madre, porque no solo es una cuestión de tener estabilidad económica, sino también emocional y física.
Su experiencia como madre que enfrenta sus miedos y que decidió sobre la maternidad y el mensaje que transmite al decir que “las maternidades tienen que ser deseadas”, y que no es igual para todas, teniendo en cuenta las cifras nacionales de niñas embarazadas. “Yo soy mamá, pero no puedo obligarte a tomar decisiones sobre tu cuerpo para que seas mamá”.
Cuestionar la realidad en la que vivimos y el ambiente de violencia que nos rodea es crucial. En el caso de Mayte, ‘”o enfrento con miedo todos los días porque cuando sales a trabajar y eres mamá, estás pendiente y te preguntas con quién dejas a tu bebé”.
Pero hay otro problema cuando buscas trabajo, especialmente para las mujeres: lo primero que te preguntan es si tienes responsabilidades familiares y luego si estás casada. La violencia es más evidente en los anuncios de trabajo que requieren de solteras y sin hijos.
Mujeres emprendedoras
Mónica Delgado y Ligia Díaz son el verano que nadie hace en medio de la ‘Señora del Agro’, demostrando que no razón para avergonzarse de salir del molde y abrirse a otras oportunidades. Ellas le dicen al mundo que entre mujeres se puede trabajar.
Algo curioso que identificaron en su natal Chambo es que la gente tiene vergüenza de salir a vender sus artesanías. “Nunca ha habido personas que saquen a vender sus manualidades, hay mujeres y hombres que son muy hábiles, pero que por perjuicios no se arriesgan”, dijo Ligia.
Su objetivo es lograr que Chambo no solo sea un territorio dedicado a la agricultura, ganadería y elaboración de ladrillos, sino desean que la gente que los visita se lleve un recuerdo. ‘Quiero ser un ejemplo para todos, porque al final no debemos vivir de las apariencias’, recalcó Mónica.
En su corta experiencia como emprendedoras en este tipo de negocio, han recibido cumplidos, pero también el estigma ha hecho que las critiquen. Sin embargo, más allá de eso, son mujeres que se actualizan día a día usando herramientas digitales para crear cosas que ‘vayan a la moda’.
Las dos salen todos los días a luchar, “aunque valga o no valga, hay que ser constantes en todo”, coincidieron. Al ubicarse en medio de la iglesia matriz y el municipio utilizando el espacio público, se convierten en contribuyentes de impuestos para su cantón.
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