Por democracias participativas

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Kelvi Novillo: Celebramos a Dios humanizado
Kelvi Novillo: Celebramos a Dios humanizado

Kelvi Novillo

Por democracias participativas

Editorialista

Hay una realidad muy preocupante para una gran parte de la humanidad, me refiero a que el poder de los Estados Nación se está trasladando hacia unos pocos grupos financieros que funcionan globalmente, los cuales son los que realmente ostentan el poder financiero, político, tecnológico, comercial, militar, religioso, de medios de comunicación etc.

La democracia vivenciada y defendida por los Estados Unidos, nunca se ha mostrado con tanta arrogancia, con tanto espíritu de exclusión y a la vez, con una clara disposición a usar su enorme poder, especialmente militar, para subordinar a todos los países y apropiarse de cada región del planeta que entre en el ámbito de los intereses, específicamente me refiero a Groenlandia, al Canal de Panamá, a Canadá y a Ucrania.

En este juego de intereses los protagonistas no son las grandes mayorías de empobrecidos del mundo, que, por cierto, hoy solo gritan para sobrevivir o para que no las maten.

Hoy los “chullitas” los superhéroes son los que conforman toda “la élite del atraso” del sentir y actuar humano mundial: los CEOs de las Big Techs Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon), Sundar Pichai (Google) y Elon Musk (Tesla, SpaceX y X), las grandes fortunas además de otros magnates del sistema financiero mundial.

Como se sabe, la democracia ya tiene al menos sus 2000 años y a pesar de ello, está vivita y coleando. Ha contado y cuenta con los elementos necesarios que le permiten recomponerse y recrearse.

Etimológicamente es el gobierno del pueblo para el pueblo y queramos o no, el corazón de ella es el poder. Por tanto, si solo reflexionamos en estas dos ideas, tendremos como resultado que la situación que vive el mundo es por el carácter del poder que se ha consolidado.

Los visionarios y pioneros de la democracia deben estar “quemándose en la quinta paila” al ver que este sistema no ha logrado crear gobiernos del pueblo para el pueblo; pues, aún en la mayoría de los países, esta idea a lo sumo ha edificado democracias representativas y no participativas.

Además, esto nos lleva a otra pregunta: ¿Es bueno el sistema “democrático” que otorga a todos supuestas libertades, excluyendo a las mayorías de los bienes económicos esenciales, como el acceso a la comida, a la salud, a la educación, a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a agua sana y aire puro? ¡Yo digo que no!

Por estos lares y por otros en los que nos decimos pueblos cristianos, debemos preguntarnos: ¿cumplimos con lo que Jesús el Cristo nos mandó al referirse al poder? ¡También estoy convencido de que no! Pues, Jesús nos planteó y nos pide una óptica distinta al poder que se ha instaurado.

Para él, el poder no es una función de mando, es una función de servicio. En Lc 22,24-27, nos aclara cuando dice: “Los reyes de las naciones las dominan y los que las tiranizan se hacen llamar ‘bienhechores’.

Entre vosotros no debe ser así; al contrario, el mayor entre vosotros que se haga como el más pequeño, y el que gobierna, como el que sirve. (…) Yo mismo estoy entre vosotros como el que sirve”. Es más, Jesús en Mc. da el ejemplo al decirnos que “…el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir…” (Mc 10,45); además, y para que aprendamos, se arrodilló para lavar los pies de sus discípulos (Jn 13, 4-8). ¿Qué tal?

Por lo señalado, ahora los países denominados cristianos, haciendo honor al Cristo, deben emerger, edificar y exigir equidad y servicio a los más pobres, y obligar a que la democracia no se sirva de ellos para robar y engañar.

Ahora la vida y los pueblos demandan construir democracias participativas y no solo las electorales o las meramente representativas. Aquí y ahora, por acá, ¿habrá calado esta sensibilidad?

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