En el patio de la Fundación “Protección y Descanso” se observa a las personas con discapacidad intelectual entre los 18 a 54 años de edad que son atendidos en este lugar. Alrededor de ellos, varios padres de familia les acompañan. ¡Padres desean que hijos estén seguros!.
Realidad. Ximena Boada es madre de un joven de 19 años, quien tiene una discapacidad intelectual del 97 por ciento. Junto a Ximena se encontraba Rosa Lliquín. Su hijo tiene 39 años y también es discapacitado. “Desde la pandemia por el Covid-19 hubo un retroceso para nuestros hijos. El encierro les afectó terriblemente. Cuando venían a la fundación estaban activos y ahora, en mi caso, con lo que mi hijo pasa encerrado, se ha vuelto hasta agresivo. Ya no tiene habilidades como antes, las que se lograron gracias a las terapias, clases y a los psicólogos. Creo que nos deberían ayudar un poco para que ellos puedan regresar y tengan las actividades que tenían”, comentó Ximena.
Situación. Rosita, de su parte, explicó que las personas con discapacidad intelectual no son visibilizadas. “¿Quién les puede tomar en cuenta a ellos? Nosotros, como padres, hemos visto el retroceso que ellos tienen. Gracias a Dios tenemos esta fundación, pero en la pandemia hemos sufrido porque han retrocedido. Ellos ya no son los mismos, han perdido su alegría. Éste era su mundo, pero ahora, en la casa, por más que como padres les apoyemos, no es lo mismo”, dijo preocupada.
Institución. Esta fundación fue creada hace trece años, por un grupo de padres. Funciona en un local prestado. Pero también los padres temen que, en algún momento, les soliciten el espacio. “Nosotros necesitamos un lugar donde ellos puedan estar seguros y estables. Siempre hemos vivido en la zozobra de que algún rato nos pidan el local. ¿A dónde les llevamos?, ¿qué hacemos con ellos? Sería bueno que alguien nos ayude”, manifestó afligida Ximena, y agregó que prácticamente “son niños en cuerpos de adultos”. “Somos ya mayores. Por lo menos irnos sabiendo que nuestros hijos van a estar bien y seguros”, finalizó Rosita.