“No tengo muchos recuerdos de cuando era pequeña, solo sé que mi madre murió y que tenía un hermano más pequeño”, contó Olivia, antes de preguntarle cómo fue que salió de su hogar natal a trabajar como empleada doméstica en la casa de una familia en Quito, cuando tenía 10 años. Son algunos de los relatos conmovedores de las memorias de una niña.
Situación. La madre de Olivia murió repentinamente, quedando desamparada, sus hermanos mayores salieron a trabajar en la ‘gran ciudad’. “La madre de mi papá solo nos daba de comer cuando se acordaba, y las sobras, lo que ellos ya no querían comer”. En la inclemencia en la que vivían, su hermano menor murió, “nunca supe qué le pasó, yo lo intenté cuidar, pero no pude”, contó con llanto.
Caso. Conforme crecía aprendió a trabajar como jornalera en los sembradíos de choclo, mientras se defendía sola. Muchas veces sus tíos intentaron abusar de ella. “Me decían que vaya a su casa, o que me deje sacar los liendres; una vez me acerqué y comenzó a tocarme y tocarse”.
A saber. Todo pensó que cambiaría cuando su hermana mayor la sacó del recinto en el que vivía. “Tuvo que robarme, porque mi abuela no dejaba que me vaya”. El recuerdo de cuando salió siempre la acompaña: “fue a la madrugada, y llovía muchísimo, mi abuelita materna nos dio unos pocos centavos para el pasaje”.
Trabajo. Cuando llegó a Quito, su hermana, que también tenía problemas, decidió dejarla como empleada doméstica en una casa de una ‘familia pudiente’ que ella conocía y sabía que la cuidarían. Así, Olivia creció en un hogar que no era suyo y haciéndose responsable de cosas que no le correspondían a su edad.
Dificultades. Entre las cosas que no pudo tener está el ir a la escuela o tener un juguete propio, y este le llegó cuando tenía 15 años: “por primera vez sentía que era una pequeña”, así finalizó con las memorias de una niña, que ha sufrido gran parte de su vida.