El 2023 fue testigo de una ola de violencia sin precedentes en Ecuador, consolidándolo como uno de los países más violentos de la región. Las sombrías predicciones del Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado a mediados de julio se hicieron realidad, culminando en un año teñido por más de 7 300 muertes violentas.
Violencia
Las dinámicas de violencia y crimen que asolan al país encuentran su raíz en la proliferación de más de 1.500 bandas de crimen organizado, cuyas actividades abarcan desde narcotráfico hasta secuestro. Este escenario convirtió al 2023 en una pesadilla cinematográfica, con videos espeluznantes circulando en noticieros y redes sociales: presos jugando con cabezas mutiladas, el asesinato de un candidato presidencial, familias acribilladas por error y mensajes amenazantes emitidos desde cárceles.
Índices. La cifra de 45 homicidios por cada 100,000 habitantes revela una tasa alarmante, siendo un 528% más alta que en 2019 y con 2.500 víctimas más que en 2022. El aumento en las muertes por arma de fuego, duplicadas desde 2021, evidencia la creciente presencia y agresividad de las bandas criminales.
Epicentro
La juventud se encuentra en el epicentro de esta tragedia, con el grupo etario de 25 a 29 años liderando las estadísticas de muertes intencionales. Estos jóvenes, presas fáciles de las redes del crimen organizado, reflejan una alarmante realidad: la falta de oportunidades y otros factores contextuales los empujan hacia la violencia desde temprana edad.
La costa ecuatoriana, a pesar de no estar directamente involucrada en actividades delictivas, sigue siendo el epicentro de la violencia. Muchos locales evitan los destinos costeros, conscientes de las crecientes víctimas colaterales. Un trágico ejemplo es el caso de un joven de 16 años de Riobamba que perdió la vida debido a encontrarse en el lugar equivocado en el momento equivocado.
En respuesta a esta crisis, el gobierno activó el ‘Plan Fénix’, teóricamente diseñado para abordar los niveles de seguridad. Sin embargo, hasta ahora, acciones concretas que inspiren confianza y protección a la ciudadanía no se han materializado. La clave, según el observatorio, para revertir esta espiral de violencia radica en recuperar la confianza ciudadana y colocar la seguridad como prioridad fundamental. El futuro de Ecuador está en juego, y la esperanza para este nuevo año reside en que el gobierno implemente medidas efectivas para restaurar la paz y la seguridad.
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