Los ojos de María Balla Quinche se humedecen cuando recuerda lo difícil que fue emprender en plena pandemia. La tienda de artesanías con la que había ayudado a mantener a su familia, quebró. Lo único que le quedaban era 700 dólares para empezar de nuevo, y también los perdió. María, la mujer que reinvento su negocio.
Mientras acomoda la mercadería que enviará a la sucursal de su negocio en el cantón Alausí, María admite que nada es fácil, pero que el secreto está en intentar.
Decisión. La mujer, de 49 años, tuvo que reinventarse. “Me acordé que sabía coser. Aprendí en la academia cuando tenía 12 años. Así que se me ocurrió confeccionar pijamas, medias, colchas y demás prendas para dormir”, contó la comerciante.
Comenzar le costó mucho. Con los 700 dólares decidió comprar una máquina de coser de segunda mano, pero fue de tan mala suerte que solo alcanzó a trabajar dos semanas y se dañó. La plata se perdió, pero no las ganas de salir adelante.
En su segundo intento por poner en marcha el negocio, optó por un préstamo a una entidad bancaria y, con 1.200 dólares pudo comprar un equipo nuevo. Las telas y el resto de materiales los adquirió con dinero que le quedó de la venta de las pocas artesanías que tenía.
Trabajo. Casi un año después de aquel difícil comienzo, María trabaja con el apoyo de sus cuatro hijos y su esposo. Desde su tienda, ubicada en la avenida Daniel León Borja y Juan Montalvo, en Riobamba, despacha mercadería para cantones de Chimborazo y provincias cercanas. Lo más novedoso de su negocio son los pijamas y pantuflas de personajes de caricaturas. Las de “Pikachu” y “Spiderman” son las más populares las hay para niños de dos años hasta adultos.
“Lo único que pensé es que había que intentar”, dice María. Su objetivo es llegar con sus pijamas de muñequitos a todos el país.