Desde distintos puntos de vista se pretende encontrar una interpretación hacia lo que ocurrió con María Belén Bernal. La activista y socióloga Fernada Arévalo da su lectura sobre este tema, y lo traslada a las calles de Riobamba y Ecuador, sitios que no son seguros para las mujeres. Lo difícil de ser mujer en Riobamba.
¿Qué lectura le das al caso de María Belén Bernal?
Principalmente, por lo que está vinculado con la Policía Nacional, hay una insignia, un canto que nosotros hacemos en las marchas. Y este es “Yo sabía que a los agresores les cuida la Policía”. En este caso, es la propia Policía Nacional quienes son los agresores. Y eso es algo que todas lo conocemos, todas lo sabemos. Por eso existe este alejamiento con la Policía Nacional, porque son ellos los primeros que nos violentan, los primeros que no nos creen.
¿Cómo calificarías al trabajo que se ha desarrollado en torno a este tema?
Hay que resaltar que, finalmente, este caso, es uno de los muchos que pasan todos los días y meses. Este salió, se hizo viral, tomó fuerza dentro del debate y el pensamiento colectivo, entonces, gracias a eso, es que el Gobierno, el Estado, toma cartas en el asunto. De esta manera activa estos protocolos de búsqueda, porque en otros casos, si no hubiese tomado esta repercusión mediática, sería una cifra más de las desaparecidas que tiene el país.
Mayoritariamente, las cifras reflejan que las principales víctimas de desaparición son las mujeres, ¿no?
Según las estadísticas, según los últimos conteos para este año, alrededor del 55% representa a las mujeres dentro de las personas desaparecidas. Finalmente, no nos podemos adelantar y no podemos hacer que la situación terminé en ello. Normalmente se vincula a la desaparición con un posible asesinato y, en este caso, sería un femicidio porque quien está vinculado es su pareja sentimental. Entonces, seguramente va a ser María Belén —puede que se convierta— una víctima más de femicidio en este país…
Tomando estos problemas estructurales, ¿qué tan complicado y doloroso es ser mujer en Ecuador?
Es algo difícil habitar dentro de un cuerpo femenino. Esto porque en ningún lado estás segura, ni siquiera dentro de tu hogar, mucho más para las niñas que están allí. Se lo menciona porque las estadísticas nos dicen, la mayoría de los agresores de las niñas y adolescentes, son miembros del hogar: padres, tíos, hermanos, o padrastros. Entonces, siendo mujer no estás segura dentro de tu casa. En el momento en que sales, y pones un pie en la calle, tampoco estás segura porque vas a ser víctima de acoso.
¿A qué responde toda esta violencia estructural contra las mujeres?
Yo no sé por qué muchos hombres, todavía creen que tienen el derecho de intervenir en nuestro cuerpo. Creen que tienen el derecho de tocarnos, tienen el derecho de acosarnos. No sé por qué, dentro de las psiquis de los hombres existe esta idea, de que tienen acceso libre hacia nosotras. Cuando, en realidad, no es así. Es difícil este proceso porque ya las mujeres lo han trabajo y lo han luchado desde hace muchísimo tiempo.
¿Desde tu activismo has intentado acercamientos con las autoridades para atender a la problemática?
Claro que sí. Esto a veces no difiere solo de un pensamiento masculino, sino, es más bien, esta cuestión patriarcal que está inmersa en el pensamiento colectivo. Esto puedo hacerlo una mujer o un hombre. Es indiferente. Pero, mayoritariamente, son los hombres donde todavía habita este tipo de pensamientos. Y sí, como colectivos feministas, en pro de los derechos humanos, —porque esto es un derecho—, sí hemos tenido acercamiento con las autoridades de aquí. Hemos formado parte de las mesas que han generado las ordenanzas municipales, las políticas públicas en materia de género. Sin embargo, todas estas cosas, se quedan en el papel. Muchas veces, la mayoría del tiempo, se queda en ese estado. Si bien es cierto, el tema de género se empieza a tratar dentro de nuestra provincia y el cantón, no es algo que ha tenido un gran peso. Yo creo que lo que hemos alcanzado es por nuestra lucha..