César Ruales elabora lápidas para tumbas talladas a mano en Riobamba, él aprendió de Luis Alberto Ramos, el primer marmolero de la ciudad.
El negocio de la muerte convertido en arte.
Es heredero del arte de la marmolería.
En sus genes corre la sangre del primer marmolero de Riobamba, quien, con su talento y arte, trató de hacer a la muerte hermosa, reflejada en obras que inmortalizaron el paso terreno.
Él es César Ruales Ramos, y asimiló todo lo mejor del gran Luis Alberto Ramos.
¿Sus inicios? Desde niño empezó con el arte de la marmolería; claro está, siempre inculcado por su adorado abuelito.
“¡Yo soy César Ruales Ramos, nieto de Luis Alberto Ramos, el primer marmolero de Riobamba!”, dice con orgullo, enfatizando que siempre ha estado relacionado a lo que él hacía.
A los 12 años ya empezó con algo de ello, y desde entonces se dedica a la elaboración y el tallado de lápidas, trabajos personalizados y placas recordatorias.
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El negocio de la muerte convertido en arte
No puede pronunciar una frase sin nombrar a su abuelito, se le ilumina el rostro y le bendice con amor por haberle enseñado el oficio.
“Mi abuelito siempre estuvo allí, por ello tengo esa inclinación a lo que es el dibujo, al gusto de tallar en mármol”.
¿Tanto así? Desde chiquito me sabía dar partes de mármol para jugar, naciendo en mí el amor por este material, a más que me motivaba a que lo trabaje, señala.
Hoy tiene 48 años, habiendo empezado desde los 12, siendo aún una persona joven, tiene nada más y nada menos que 36 años de experiencia.
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Un marmolero con el arte en la sangre
¿Su primer trabajo? A los 16 años hizo una placa recordatoria, no se acuerda si era para el Municipio de Riobamba u otra entidad.
¿Qué le dijeron? “La verdad, yo más me preocupé que le guste a mi abuelito, porque me encantaba que él este contento. La verdad sí me felicitaron, sí fue grato aquello”.
¿Algún trabajo difícil? Tallar manos, eso es lo más difícil. ¿Por qué? Por las partes complejas.
¿Algún trabajo especial? Tallar un rostro se hace muy complejo, porque no es ciento por ciento como una foto normal. Lo más complicado es darle todas las características del rostro.
¿Cómo se hace una lápida? “La plancha viene en bruto, nosotros le pulimos y le señalamos, y ahí se va uno tallando. Nosotros le vamos dando la forma, los relieves, que son lo principal”.
¿Cuántos trabajos ha realizado? Calcule: se hace trabajos todos los días, pues los fallecidos son a diario.
“Claro que antes no había mucha competencia, ahora todos los exempleados de mi abuelito también tienen sus marmolerías. Si ve toda la España son de exempleados de don Luis Ramos”.
Pese a la modernidad las lápidas para tumbas sigue tallándolas a mano
¿Afecta la modernidad? Ahora hay máquinas que usted pone y se talla, pero hay clientes antiguos, de generaciones anteriores, a los que aún les gusta el buen trabajo a mano.
¿Su mejor obra? Los tallados. Son lo más complicado que hay en la marmolería, tallados en alto relieve.
“Obviamente, hay la máquina, puede tallarle hasta rostros, pero la diferencia con nosotros es que es artesanalmente, con cinceles, compresor y todo eso”.
¿Alguna experiencia extraordinaria? Nada. Lo que sí afecta un poco es el ‘mal aire’, que sí existe, pero más bien es por la descomposición de los cuerpos, eso nada más, de ahí nada.
Un talentoso que preserva un legado
¿Dónde encontrarlo? Marmolería Carrara, de Luis Ramos, España y 11 de Noviembre, 2 cuadras antes del Cementerio, es la primera marmolería de Riobamba.
¿La primera? Sí, es el taller de mi abuelito, por eso yo me quedé a cargo del trabajo.
¿Precios? Van desde 100 dólares en adelante, dependiendo de la complejidad del trabajo. El más caro, que es tallar el rostro, va desde los 800 dólares.
¿Hasta cuándo? “Quiero seguir con esto hasta cuando yo también fallezca”, lo que esperamos sea en mucho tiempo para seguir apreciando su gran talento.
El negocio de la muerte convertido en arte.