Llegó abril y, penosamente, se repite la historia: ¡la pillería sigue haciendo de las suyas en un sufrido país como el nuestro!, en el cual parece que la corrupción avanza rauda en un F1, mientras muchos de nuestros cuerpos especializados de investigación, del orden y administradores de justicia honran la velocidad de nuestras icónicas galápagos, pues, no pueden seguirles el paso y, es más, cuándo lo hacen, más se demoran en escoger la foto más impactante, cuadrar el vídeo más llamativo y armar alharaca en los medios y las redes, mientras hábiles abogados despliegan shows mediáticos que lo único que hacen es demostrar que nuestra legislación adolece de los mismos vacíos que nuestros niños y adolescentes con educación telemática, a la par que “poderes ocultos” hacen y deshacen a su antojo y demuestran que eso de “dar a cada quien lo que se merece” solo se constituye en una frase cliché en una clase de preuniversitario de Derecho.
Lo cual deja como saldo impunidad galopante e hiriente a la sensibilidad en tiempos tan cruentos como los actuales, en los cuales la enfermedad y la muerte rondan a lo largo y ancho de nuestro territorio, y de las cuales nadie estamos exentos, acrecentando más y más la indignación entre la ciudadanía que, por cierto, todavía no pasa el trago amargo de no contar con infraestructura sanitaria adecuada, recuerda el lacerante negociado con las fundas de cadáveres, rememora que hubo una mala distribución de cenizas, “conoció que lo que menos conocían” en el portafolio responsable era de un plan para vacunar, por lo cual se aprovechó para hacerlo con los panas y uno que otro ridículo “tiktotero” que, de manera sinvergüenza, hasta osó publicarlo y reírse de más de 17 millones de personas honestas y con iguales o más derechos que ellos, claro está, si a la decencia se la catalogara como una virtud.
Y ahora, en 2021, continúa el negociado con los medicamentos, en los que inescrupulosos triplican y hasta cuadriplican su valor y, descaradamente, los oferten en redes sociales, y aquí… ¡bien, gracias!