¿Se tiene expectativas frente a la juventud que se desarrolla hoy en día? El roce que puede existir, motivado por la brecha generacional, ha gestado críticas y, también, una desesperanza hacia lo que se ve el día de hoy por parte de los jóvenes. Pero, la docente Azucena Valle analiza esta coyuntura y asegura que no todo está perdido… La ética en la educación diaria.
¿Qué opina sobre el rumbo que ha tomado la juventud actual?
Un adagio popular dice: “Juventud, divino tesoro” y creo que, sin duda, hablar de la juventud es hablar de un cofre mágico que se abre al mundo, el mismo que, parecería, genera preocupación, a veces disgusto y desesperanza, todos sentimientos devenidos del poco conocimiento que tenemos las generaciones pasadas frente a la juventud actual, esto envolviendo su forma de actuar, de vestir, hablar, sus códigos conductuales y sociales, entre otros. Pero esto riñe, fuertemente, con nuestros paradigmas comportamentales y que no necesariamente son negativos o denigrantes, sino que responden a una dinámica social diferente. A los jóvenes de hoy es cierto que les interesa más los amigos que la familia, toman sus propias decisiones siguiendo sus propios criterios y, aunque a veces nos disgusten, no son otra cosa que la manera que ellos tienen de expresarse. Hay que reconocer que les falta motivación, lo que suele verse reflejado -ahora- en los resultados académicos.
Para Usted, ¿qué es eso de ser joven?
Es crear y recrear un espacio para el desarrollo pleno y futuro. Ser joven es convertir problemas en oportunidades y en soluciones. Hoy es constituirse en el motor impulsor de la sociedad. La respuesta a esta pregunta no puede ser una fría descripción de sus características, ni un detallado análisis de sus problemas, por el contrario, es hora de reflexionar sobre el cómo fortalecer y ampliar su poder y toma de decisiones presentes y futuras.
Hay cierta “nostalgia” encontrada con este anuncio. ¿Son ciertas las afirmaciones en las que se menciona que la sociedad de antes era mejor por la enseñanza en estas materias?
Yo creo que cada momento de la historia se ve marcado por ciertas características sociales, a las cuales tenía que responder el ciudadano. El ayer en la educación, sin duda, constituyó un espacio adecuado para hacer de la cívica, la ética y los valores una práctica diaria, pero no debemos desconocer que hoy —y de cara a una sociedad del conocimiento, a una economía universal— estas asignaturas o ámbitos del desarrollo humano surgen con mayor fuerza como ejes transversales en el proceso educativo. Es hora, entonces, de integrar al conocimiento estos elementos, pero no como una asignatura como tal, sino como elementos que, lejos de ser memorizados, sean actitudes visibles como ejemplos y modelos practicados a diario por todos los miembros de la unidad educativa.
Dicho así, ¿desde dónde tiene que venir la educación en valores?
Personalmente, creo que es la familia el pilar fundamental de la formación en valores, es ahí donde los padres, durante los primeros años, cimentan las herramientas con la que los niños y niños van a salir al mundo. No hay que desconocer, tampoco, que, hoy por hoy la escuela viene a ser la contraparte; es decir, aquel elemento que viene a reforzar aquellos valores que el hogar formó en un inicio. Es importante que seamos congruentes las familias con las instituciones educativas. Si nosotros damos continuidad a esa práctica de valores dentro del aula de clases, pues, los estudiantes van a vivir dichos valores y, sobre todo, van a practicarlos con mayor facilidad.
En entrevistas pasadas un docente señaló que la intención es buena, pero que hay que pensar en los docentes, puesto que hay una sociedad adulta que está corrompida… ¿cómo se trabajaría con ellos?
Se tiene que dar un cambio integral del sistema educativo que incluya a todos los actores del mismo, y esto engloba autoridades, docentes, padres de familia y, por supuesto, a los estudiantes. El Ministerio de Educación, a través de sus diferentes acuerdos ministeriales, hoy por hoy, está planteando un nuevo plan de estudios que, lejos de tratar de trabajar solo actividades de carácter pedagógico promueve actividades tendientes a fortalecer esto de las habilidades blandas y la inteligencia emocional, y esto no solo en los alumnos, sino también en los docentes. Es hora de reflexionar que el cambio, sin duda, está en las aulas de clase. Es el maestro el que tiene que cambiar esa mentalidad y saber que debemos preparar para el futuro, pero no solo estudiantes expertos en la ciencia o en la técnica, sino seres humanos críticos, los mismos que deben ser integrales, capaces de responder desde la práctica de los valores esenciales, toda vez que la corrupción es una realidad lacerante y creciente.