Otros de los actores fundamentales para este retorno a clases presenciales son los docentes, pero, ¿cómo fue para ellos este cambio, migrando hacia la modalidad en línea?, ¿atisbaban motivación en sus alumnos?… A qué cambios hay que atenerse ahora
¿cómo se adaptaron ustedes, los docentes, a los cambios de la educación virtual?
Nuestra institución es un 70% práctica, ya que de nosotros depende el perfil de música. Se nos hizo bastante duro poder llegar hacia los muchachos, en especial a los jóvenes que están en la Básica Superior. Esto porque ellos no tienen muchos conocimientos, en el caso de octavo, noveno año, ellos recién están empezando a formarse y se nos complicó bastante. Yo creo que a más de la complicación por la forma en que nosotros debíamos llegar a ellos con los conocimientos en los instrumentos no tenían la facilidad de los medios tecnológicos para entrar a clases.
Si bien es cierto en nuestra institución tenemos un sesenta por ciento del sector rural, entonces ellos no tienen la facilidad de comprar un celular, una computadora o contratar los servicios de Internet, y eso fue lo peor en el cambio que se dio. Sí nos fue bastante difícil llegar con nuestros conocimientos hacia los muchachos.
A nivel personal, todo este contexto… ¿qué le hizo pensar hacia este derecho al acceso a la educación?
En lo personal, de nosotros se ha hecho muchos esfuerzos, ya en este entonces se volvió un privilegio: estudiaban los que tenían dinero, esto porque, a veces, en el sector rural, por más que quieran contratar los servicios de Internet no llega; si alquilaban un plan a veces ponían un dólar, dos dólares para ingresar a clases y a media clase se les terminaba; entonces, ¿nosotros qué teníamos que hacer? Salíamos, íbamos a buscar a los muchachos…
Entonces, era un reto bien grande. Nosotros salíamos de nuestros domicilios —y bueno, también, como que nos obligaban desde el Ministerio de Educación—, salíamos los docentes cuando no tenían acceso al Internet para comunicarnos con los estudiantes. Nosotros debíamos salir a las visitas domiciliarias, allá teníamos que salir nosotros a darles las clases. Hay que imaginar, nosotros, en plena pandemia, también nos arriesgábamos nosotros también porque no sabíamos cómo estaba esa familia; quizás estaría contagiada. Y así, entre otras cosas, con tantas peripecias que hemos pasados. Fue un reto bien grande para nosotros y poder llegar con algo, debido al cambio. Pero, lamentablemente, no se pudo llegar en su totalidad.
¿Había motivación al momento de adaptarse a las nuevas formas de educación?
Ellos mejor estaban motivados, porque sabían muy bien, que no iban a perder el año. Lamentablemente, esas fueron las políticas del Ministerio de Educación: estaba prohibido por ser personas vulnerables —los estudiantes—; entonces, era prohibido perder el año, y eso pasó, así se dieron hasta el año anterior.
En éste ya empezamos, claro que se trabajó hasta el segundo quimestre, que llegaron las disposiciones de dos exámenes de gracia y perdían el año, y lo mismo pasó en años anteriores, que tenían que pasar el año lectivo como sea. Estaba prohibido hacerles perder el año. Ellos se motivaron hacia lo negativo, no hicieron ningún sacrificio, no se esmeraron, no estudiaron y… les daba lo mismo ingresar a clases o no hacerlo, enviar tareas o no hacerlas. Entonces, como sabían —ellos ya conocían— lo que nosotros no sabíamos, ellos estaban más al tanto; entonces decían: “nosotros no vamos a perder el año”.
¿Cree usted que este año, con el cambio presencial será mejor que el presencial?
Obviamente, esas son las expectativas que como docentes tenemos, y también como estudiantes, como padres de familia hay una expectativa bien grande. Así, hay muchachos que ahora están en décimo año, que se conocieron en octavo, en la virtualidad. Bueno, ahí se miraban en la pantalla, pero no sabían quiénes eran, ni los mismos docentes sabíamos quiénes eran, y viceversa. Entonces, tenían esa expectativa. Fue una sorpresa bien grande. Nosotros también estamos muy contentos de volver ya a estar frente a los muchachos y poder compartir, de la mejor manera, nuestras enseñanzas.
Usted mencionó algo sobre vacíos… ¿cómo enfrentarán estos problemas los docentes con los cambios que llegan?
Bueno, llenar todos estos vacíos o huecos que usted menciona es bastante complejo, porque son dos años de retraso, son dos años de retraso en los que, bueno, algunos jóvenes se educaron, ellos sí lo hicieron. Lo que se dispone desde el Ministerio de Educación es que las seis semanas serán de diagnóstico.
Es decir, ¿un parcial entero?
Casi que sí, estamos hablando de un mes y medio para hacer un diagnóstico y después va a ser la evaluación; entonces, sí, también esto es un retraso, porque antes se lo hacía en dos semanas y ahora serán seis.