Un hombre, apenas siendo un niño bebía alcohol desde los 9 años; tocó fondo y a sus 32 años administra una fundación en Riobamba.
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Jefferson Farinango apenas tenía 9 años cuando el alcohol se convirtió en su refugio. El hombre, que en aquel entonces era un niño recuerda con claridad ese primer sorbo que no le hizo hacer «ni muecas».
Lo había visto en casa, en las manos de su padre. Para él, un niño travieso, era solo un juego. No imaginaba que se transformaría en una adicción que lo arrastraría a las calles, al abandono, a la desesperación.
Cuenta, «Mi mamá cansada de mi alcoholismo me dijo: ‘Si prefieres la calle, ahí está tu colchón, tu almohada, tus cobijas’ y me cerró las puertas de la casa».
Desde entonces para Jefferson la calle fue su hogar. Mendigó comida, durmió en las veredas, en los contenedores de basura, soportando el frío y la indiferencia.
En Quito, por la Basílica, se hizo su «cambuche». «Toda la gente te critica, te murmura, se te ríen. Pero una tarde cansado dije: ‘Conmigo no va esto'».
A los 29 años, tocó fondo. «Yo ya no avanzaba. Estaba en las calles, comiendo de basura. Tenía miedo de que me maten, que me apuñalen, que me violen«.
Hombre que bebía desde niño encontró ayuda en una fundación
Entonces, sentado frente a la iglesia, oró: «Padre, dame fuerzas para seguir adelante. Yo ya no quiero esta vida«. El destino, o quizá Dios, lo llevó a la Fundación Esfuérzate Sé Valiente. «No conocía esa fundación, pero llegué y me abrieron las puertas».
Su rehabilitación no fue fácil. Jefferson recuerda, «Al mes, a los dos meses, me entraba la ansiedad. Quisiera comer, comer, comer». Pero encontró la fuerza para resistir. «Gracias a Dios, hoy el alcohol y el tabaco ya no me llaman la atención».
Hoy, a sus 32 años, es parte de la misma fundación que lo rescató. Ayuda a otros a encontrar el camino que él recorrió. «Si yo pude, ¿por qué mis compañeros no lo pueden lograr?».
También, su cambio de vida le ha permitido visitar a su madre cada mes. «Me da un beso, un abrazo, me dice: ‘Hijo, te quiero, te amo. Te veo cambiado. Sigue adelante'»
Fundación en Riobamba ayuda a hombres con alcoholismo
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La Fundación Esfuérzate Sé Valiente tiene su sede principal en Quito, pero ahora también opera en Riobamba. Su misión es clara: dar una segunda oportunidad a quienes lo han perdido todo.
En la capital, cuentan con un espacio exclusivo para mujeres. En Riobamba, atienden solo a hombres, con un grupo de 35 personas, 10 de ellos son de la tercera edad. El programa dura 4 meses, pero quienes lo necesitan pueden quedarse más tiempo.
El día comienza con la lectura de la Biblia y actividades físicas. La terapia principal es la palabra de Dios, pero también reciben apoyo psicológico cuando es posible.
Nos gustaría contar con psicólogos, enfermeros, terapeutas, pero no tenemos los recursos.
Jefferson Farinango, encargado de la fundación.
La autogestión es clave. Los miembros de la fundación venden galletas Melvitas y Chabelitas en las calles para cubrir los gastos de arriendo, agua, luz e internet.
Sin embargo, al finalizar el programa, reciben un bono como reconocimiento a su esfuerzo para su reinserción en la sociedad.
A su vez, las personas interesadas en ayudar pueden hacerlo con donaciones de ropa, víveres o recursos económicos. En Riobamba, la fundación está ubicada en la intersección de las calles Venezuela y Uruguay, a pocas cuadras del centro.
O también pueden contactarse a los números 098 768 9420 o 099 638 0100
La fundación también realiza rescates. «Si alguien encuentra a una persona en la calle, nos llama y vamos por él», explica Jefferson.
Si tienen hijos en la adicción, que pidan ayuda. Nosotros estamos aquí para ayudarles. Lo que parece imposible, con esfuerzo y fe, se puede lograr.
Jefferson Farinango, encargado de la fundación.