El pasado nueve de enero cumplimos veintiún años de adoptar el esquema de la dolarización, implementado como asunto emergente e inevitable medida de política económica de cara a 3 fatales e incontrolables situaciones: derrumbe financiero y feriado bancario (marzo 1999), inflación descontrolada hasta niveles del 96% anual (diciembre 1999) y estampida cambiaria, plagada de especulación (compra incesante de dólares: un dólar equivalente a 9.000 sucres o más), dice el economista Luis Izurieta.
¿De dónde provienen los dólares que sostienen nuestra dolarización?
De 4 vertientes, que son las columnas que la sostienen: 1) exportaciones públicas y privadas, 2) préstamos externos (fondos de deuda externa), 3) remesas de los inmigrantes; y, 4) préstamos no reembolsables y donaciones internacionales.
Lógicamente, las fallas o grietas en las columnas causarían el debilitamiento y riesgo del esquema, su sostenibilidad dependerá de la dinámica y fortaleza de las vertientes. De acuerdo a las cifras, se conjetura que las remesas de los inmigrantes se han constituido en un fuerte sostén estos 21 años, con una significativa reducción en los últimos cinco. .
¿Cuáles son las principales ventajas de mantener la dolarización?
Citaré tres: 1) Reducción de la inflación, dotando de mayor capacidad de compra; de la hiperinflación del 96% se ha reducido a niveles del 1% (2019); en 2020 la inflación fue negativa (deflación del -0.93%). 2) No existe riesgo de devaluación (sucre/dólar), lo cual genera más confianza a los inversionistas internos y externos.
Al margen de esta confianza, por motivos políticos y temores ideológicos, se ha producido una fuerte salida de capitales; en 2020 rebasa los 16 mil millones de dólares. 3) En medio de las crisis políticas, el masivo desempleo y el quiebre de los negocios por la pandemia mitigaron el caos y la destrucción económica.
¿Tiene alguna crítica para el sistema imperante?
El costo en dólares de la mano de obra es un aspecto que resta competitividad a los productos de exportación, pues, los costos en Colombia y Perú son menores y se torna difícil competir, pero este nudo crítico de menor competitividad puede ser superado incorporando innovación y tecnología.
El país no tiene margen para manejar la masa monetaria en circunstancias como las actuales, que necesita inyectar liquidez a la economía y reactivar la producción.
La consecución de recursos se concentra en el endeudamiento externo, el que ha rebasado el 60% del PIB. Otro punto gris es la exposición del país frente a las apreciaciones del dólar, que merma competitividad de los productos de exportación; o los coletazos financieros cuando se producen crisis en los Estados Unidos, como en 2008.
¿Existe algo que la pondría en riesgo?
Dentro de la vertiente de las exportaciones generadoras de divisas el punto débil, y que la pone en riesgo, es el prolongado y alto nivel de dependencia que tiene la economía del petróleo: el 28% de los ingresos del presupuesto viene del negocio del petróleo; tanto es el grado de dependencia que el desplome de precios (en 2020) mutiló los ingresos del presupuesto, profundizando el abultado déficit fiscal y la literal paralización de los gobiernos locales y provinciales.
El Estado dejó de recibir más de 3 mil millones de dólares por exportaciones (3% del Producto Interno Bruto, y para apuntalar la columna recurrió al agresivo endeudamiento externo). Otra variable que la pone en riesgo es la incesante salida de capitales, restando capacidad de inversión privada para impulsar la producción y la generación de empleo. Se estima que en 2020 han salido alrededor de 16 mil millones de dólares, es decir el 50% del PGE. La dolarización también se debilita con el excesivo endeudamiento externo que sangra los capitales y atrofia el crecimiento y desarrollo económico.
Para finalizar, ¿cómo se podría fortalecer la dolarización en nuestro país?
Emprender una verdadera diversificación de las exportaciones que incremente la generación de ingresos; exportar más e importar menos; fomentar la industria del turismo y la industria minera con responsabilidad ambiental, construir un plan de desarrollo agrícola y de industrialización orientado al mercado externo.
El próximo gobierno debe estructurar un Estado eminentemente regulador y con visión de crecimiento, que respete la propiedad privada y las iniciativas de inversión, conforme lo establece la Constitución; que potencie y fortalezca la dolarización como esquema monetario permanente e irreversible; una al país en torno a consensos y objetivos nacionales para crecer, desarrollar y superar el desempleo, la pobreza y los males endémicos; diseñe un nuevo modelo educativo integral de largo plazo, cimentado en valores y principios, en un horizonte humanista y solidario que cuide la salud económica, social y financiera del sistema capitalista, incluyendo un punto cardinal: desarrollar la cultura tributaria (pagar los impuestos) con sentido de país.