La mejor estrategia de un buen líder es no presionar ni empujar para que se unan a su propuesta, sino dejar a todos en libertad para que sigan sus pasos, porque el verdadero líder solo abre el camino para que el resto continúe su legado, y Jesús es el mejor testimonio de esta acción. Además, el buen líder no grita, sino que aconseja; no golpea, sino que ofrece una palmada de confianza. El buen líder es aquel que estudia psicología para entender los problemas; y sin ser abogado analiza las leyes para ser justo en sus actuaciones; mira al enemigo con compasión antes que con venganza; juega un partido de fútbol sin lesionar a nadie, piensa para hablar y, de esa forma, no destruye la honra de nadie, toda vez que es solidario en todo el sentido de la palabra. Todo ser humano -desde que da su primer grito al nacer del vientre de la madre hasta el momento que da su último suspiro- tiene derechos y obligaciones que cumplir. Las leyes están vigentes para todos. Recordemos que, tarde o temprano, el poder de los líderes se acaba, y mientras más alto llegue una persona tiene que cuidarse, porque si algo hace mal, seguro que más fuerte será su caída y jamás volverá a levantarse. Los que hicieron el bien serán recordados, mientras que los otros pasarán al olvido. El poder es efímero, mientras que la responsabilidad, la honestidad y la amabilidad le acompañarán hasta la eternidad. ¿Usted es tolerante o fustigador?, ¿pasará al registro de los líderes honestos o al libro del olvido? En realidad, cada quien tiene labrado su destino y sabe lo que le espera, porque para vivir bien no solo es cuestión de dinero, sino el haber concretado un trabajo honesto y transparente en beneficio de mucha gente. Usted decida.A