El miedo es libre: Sin pecar de fatalistas, pero a veces hasta como que nos merecemos la suerte que corremos, y si bien no se puede generalizar procederes y criterios, muchas ocasiones la falta de sentido común y hasta de solidaridad nos hace ver que no estamos listos para enfrentar causas comunes, y solamente le apostamos a salvaguardar el interés personal, en el que incluso se deja de lado a la integridad de los que decimos “amar más que nada en el mundo”: nuestra familia.
Y este comentario se da a propósito de que, una vez que se anunció la inoculación de la vacuna contra el nuevo coronavirus (Covid-19), lo que menos se hace es respetar las directrices que dan cuenta que recibirán condición privilegiada los grupos vulnerables y, más bien, unos cuantos “vivarachos” -que nunca faltan ni faltarán- hacen lo posible y lo imposible para violentar lo estipulado y querer acceder a lo que, si bien por derecho les corresponde, aún no es su turno, y eso es muy lamentable, lo que sumado a una falta de planificación y conocimiento desde los entes encargados de realizar esta actividad forma el “cóctel perfecto” para el caos, y en aquello debemos empezar a reflexionar.
En este sentido, Amables Lectores: el llamado es a la paciencia y a la mesura, a que seamos sensibles con las causas justas y actuemos con madurez, toda vez que si bien todos estamos expuestos, hay quienes aún más, y a ellos es a los que debemos permitirles que cuenten con una esperanza de vida.
A todos nos corresponderá, pero ahora es el turno de nuestros amados mayores, a quienes debemos respeto y consideración y, de seguro, luego nos tocará a todos. Sin duda, “el miedo es libre”, pero, la cordura debe primar.