Ecuador ha tenido una política bastante especial en cuanto al tema laboral desde hace décadas, siendo un país que tiene una posición media a alta en cuanto al salario básico en comparación con los países vecinos; pero, de todas las cifras que se dan, los datos que se tienen de alguna forma están ‘maquillados’, porque se habla de un desempleo del cuatro por ciento y de un subempleo que supera el 22 por ciento; sin embargo, no sé qué tan confiables sean esos datos, porque la realidad que uno divisa en las calles es que existe bastante desempleo, que no se pueden recuperar los niveles previos a la pandemia; en los hogares es difícil encontrar que todos los miembros de la familia estén trabajando, ya que siempre está alguien colgado por ahí, esperando a conseguir una fuente de empleo. Es así que el empleo en Ecuador es una lucha compleja y continua; la estabilidad laboral es una realidad que muchas veces muy pocos privilegiados pueden decir que la tienen, y propone dinámicas que no son tan fáciles de desenmarañar. ¿El empleo digno solo ES UN SUEÑO?
¿Qué opina Usted acerca de la realidad laboral en Ecuador?
Todo el tiempo se quiere mostrar una realidad. Si bien no he profundizado en el tema metodológico, quién sabe si puede haber sesgos dentro de las entrevistas que se realicen o de los datos que emita el Ministerio del Trabajo, pero lo que sí es evidente es que el país siente una complejidad en el tema; por ejemplo, los empresarios piensan demasiado para contratar a una persona, porque antes de estar seguros del rendimiento, del retorno que pueda tener un trabajador se debe incurrir en una serie de gastos que se convierten en un riesgo; entonces, eso frena a la personas. Cuando el empleo tiene que generarse por una expectativa no existe nada seguro en la vida, pero si yo no tengo la capacidad de contratar personas al inicio de un proyecto estoy frenando todo el proyecto; entonces, esos temores, si bien están respaldados a los derechos de los trabajadores, también frenan a la economía, porque la persona empieza a considerar un posible fracaso, y considera que tendrá que responder a varios temas laborales complejos, como el costo de vinculación y desvinculación de un trabajador que es sumamente alto.
Pero, ¿qué se está haciendo al respecto?
Se intentó hacer una reforma laboral que tomaba en cuenta diferentes regímenes y muchas alternativas que eran un buen terreno para empezar una discusión nacional con respecto al empleo. Desde mi perspectiva, observé que Virgilio Saquicela, presidente de la Asamblea Nacional, el 1 de mayo dio saludos a los trabajadores, pero en su momento cuando tenían que discutir la posibilidad, no solo de las personas que tienen la buena suerte y el privilegio de ubicarse dentro de la economía formal del empleo, sino por esos millones que no pueden hacerlo, que son los que nos tienen que preocupar.
¿Y cuál ha sido la población más afectada?
La juventud, en la actualidad, está compitiendo con las reglas en contra, porque los privilegios, las jubilaciones y las prebendas logradas por las generaciones anteriores son demasiado onerosas, y van mucho más allá de la justicia, le cortan oportunidades a las nuevas generaciones, por lo que no pueden ganar tanto como en años atrás; asimismo, no pueden permitirse derechos como a la seguridad social, porque los trabajadores solo persiguen sus derechos, y hoy en día tenemos que no pensar en los beneficios propios, sino en la productividad que tienen los jóvenes y en las cosas con las que pueden aportar, por lo que necesitan también tener una posibilidad, pero en la legislación actual la realidad de la economía, y sobre todo las prebendas logradas y las defensas, no permiten abrir un debate franco y serio, que tome en cuenta que tenemos que democratizar no solamente las elecciones, sino que tenemos que democratizar el acceso al empleo, para así brindar oportunidades a las personas, que de eso se trata; pero, con las restricciones del Código de Trabajo, y sin encontrar alternativas. Y esto es doloroso, porque los jóvenes muy probablemente no comprenden muy bien esta realidad, no se dan cuenta que deben hacer un fuerte lucha intergeneracional, llamar la atención al Frente Unitario de Trabajadores (FUT) y a los dirigentes laborales, decirles que ellos no los representan, ya que no han hecho nada para que este nueva generación pueda obtener un empleo digno, ya que solo se dedican a defender aquellas cosas que han ganado para beneficio propio, como los cientos de miles de dólares para la liquidación de trabajadores de empresas públicas, que muchos jóvenes no pueden ni soñar con aquello.