Discriminada por ser mujer: José María, ciudadana venezolana, llegó hace cuatro años al país para buscar un mejor porvenir para su familia y sus hijos. Llegó al Ecuador con la “ayuda” de una amiga, donde después de dos días tuvo que buscar las alternativas de subsistencia. Por mucho tiempo buscó un empleo que le permitiera hacer un capital, ayudarse, pero, en el camino se topó con situaciones difíciles de enfrentar: discriminación por ser mujer y de otra nacionalidad, “si tienes título o visa igual no vales nada”, dijo indignada. Por mucho tiempo ha trabajado en diferentes lugares, ya sea en limpieza, cuidado de adultos mayores, ayudante de cocina, etc., pero, lo más curioso es que José María es Ing. Industrial y ha buscado ejercer dentro de su espacio laboral, encontrándose siempre con paredes que no le permiten avanzar. Ser venezolana y mujer ha sido su “peor crimen”, y ella relata cómo ha palpado tan de cerca esta problemática. “Existe mucha competencia por ser venezolana y porque soy mujer piensan que no puedo desempeñar el cargo; he sufrido mucha discriminación, lo he vivido, lo he palpado y lo he llorado bastante. Por más que tú les dices que no eres del montón, ellos te meten en el mismo saco”, agregó muy decepcionada.
Para saber. Su travesía ha surgido por Quito, Latacunga, Ambato, Coca y otras ciudades, y el poco trabajo conseguido ha sido con un mínimo salario, específicamente en el Coca, José María dice haber sufrido de este tipo de atropello. “Yo mandé mi currículum a una empresa del Coca y supieron decirme ‘no te quiero porque eres venezolana’”. Llega a Riobamba y logra conseguir un empleo en una empresa de la localidad, trabajó durante cuatro meses, pero el salario percibido era mínimo -por ser venezolana- donde no lograba tener lo suficiente para arriendo, comida, etc. Poco tiempo después salió de su domicilio a comprar abastos, al llegar sus cosas se encontraban fuera, la dueña de la casa la había desalojado. Desde ese día, el 31 de marzo, llegó al Albergue de Riobamba. “María del Carmen” como la llaman en este lugar relata que pudieron acogerla porque no tenía donde vivir, pero que su estadía en el lugar también tuvo un “sabor amargo”, pues, con la presencia de “venezolanos mal vivientes”, la afectaron y traumatizaron. Todo este amargo sabor, José María se lo ha guardado, pues, considera que contarle a su familia solamente traería ansiedad y preocupación.
Situación. Hoy, José María solo busca un empleo, ha pasado mucha discriminación, pues, considera que no aprecian a la persona como ser humano, “estoy aquí por necesidad, necesito mi vida normal, me estoy volviendo loca, quiero surgir. Necesito ingresos para mi mamá, mi familia, yo tenía un negocio y me discriminaron, no le dan la oportunidad de surgir”, dijo muy consternada con lágrimas en los ojos. Así como la de José María, existen más historias de personas que por la crisis sanitaria tuvieron que cambiar el rumbo de sus destinos, pues, la situación económica cambió su vida.
Caso. Es el caso de don José Molina Lara, nacido en Ambato, un artesano de toda la vida. Llegó hasta Riobamba por trabajo, la señora quien le había contratado había desistido, pues, la crisis sanitaria había llegado hasta el país. Por varios días tuvo que pagar hotel, sin embargo, a la espera de que consiguiera un empleo tuvo que desistir, la situación se agravó. Pensando en recibir un ayuda, don José esperó varios días, pero al verse sin recursos económicos para seguir pagando el lugar donde se alojaba, tomó la decisión de salir y llegar hasta el albergue. Por más de dos meses permanece en este lugar, agradece poder haber tenido la acogida y espera tener un trabajo al salir. “Me siento triste y un poco acomplejado porque tenía algunas obritas de trabajo, pero por la pandemia me he quedado sin nada… soy buscador, cuando salga tengo que buscar y recuperarme; trabajar duro”. La pandemia deja estas historias y muchas otras más que contar, secuelas que perseguirán y otras que impulsarán.