“¡Por las benditas almas del Santo Purgatorio…!” los vivos visitan el Cementerio General con colada morada, guaguas de pan u otro aperitivo. Esto para compartir con el alma de los fieles difuntos. Así, familias enteras arreglan, limpian, adornan mientras conversan sobre anécdotas y recuerdan a sus seres queridos. Mientras otros rezan arrodillados y llorando su ausencia. Difuntos reciben a sus familias.
Destino. Desde 1903 se convirtió en un espacio de cristiana sepultura. La antigua Riobamba tenía segmentado el Camposanto, puesto a que se observa el sector patrimonial en el que grandes ilustres de la localidad se encuentran descansando. Entre ellos: la joven escritora Luz Elisa Borja; María Murgueytio Velasco de Guerrero, primera mujer alcaldesa de Riobamba y el Ecuador. Edelberto Bonilla, exalcalde del cantón. El ‘héroe del Cenepa’ Marcelo Suárez Montesdeoca, entre otras familias riobambeñas reconocidas de la época. Sin embargo, como dice la canción del grupo mexicano ‘Paté de Fuá’: “aunque hayas sido pobre o el dueño de un imperio cuando nos entierra nada nos llevamos acostados en la misma tierra”. Sin duda la muerte es la única certeza de la vida.
Almas. Ingresar al Camposanto es sentir una energía diferente. Cuenta Juan Francisco Pástor, administrador encargado que “quienes nos hemos quedado más allá de las horas laborables se percibe que es un lugar que produce mucha calma y tranquilidad, algunos familiares que visitan a sus seres queridos tienen la certeza de que han presenciado el avistamiento de ‘seres de luz’ recorriendo el Cementerio”. Además, encierra un sinnúmero de historias, como es el sarcófago vacío que hizo un padre a su hija monja que no pudo ser enterrada en el Cementerio, pero su alma visita este lugar, también la muerte de 75 personas por la peste neumónica que eran Hermanas de la Caridad, médicos y enfermos…