Los Diablos de Lata buscan rescatar la cultura y tradición de Riobamba, y para eso dan capacitaciones gratis para todas las edades.
En el vibrante escenario de la danza folclórica ecuatoriana, destaca la agrupación Los Diablos de Lata, liderada por Bryan Lata, el director artístico de la tercera generación.
Con un legado que se remonta a más de 80 años, esta agrupación ha mantenido viva la tradición y la cultura de Riobamba a través de la danza, un arte que comenzó con el abuelo de Bryan.
Los Diablos de Lata cuenta con 30 integrantes de diferentes edades, desde niños de 5 años hasta jóvenes de 26. Bryan, quien comenzó a bailar a los 5 años y ahora tiene 27, ha heredado la pasión y la responsabilidad de mantener esta tradición.
Formación gratis para pertenecer a los Diablos de Lata
Además de las presentaciones, Los Diablos de Lata también actúan como una escuela de formación sin fines de lucro, donde enseñan a niños y jóvenes a bailar y a desarrollar su talento.
El vestuario y las máscaras, elementos esenciales de sus presentaciones, son elaborados por el mismo Bryan. Las cuales van desde los USD 120 y dependiendo de los adornos el precio sube.
Las caretas y trajes no solo son vistosos, sino que también tienen un profundo significado cultural. Pues cada trenza de las caretas representan los años de experiencia en la danza.
La agrupación ha tenido numerosas presentaciones, especialmente en Quito, donde han representado a Riobamba en eventos como la Mitad del Mundo y la Escuela de Artes.
También mencionó los desafíos que enfrentan al intentar obtener reconocimiento y apoyo.
A pesar de estos retos, la visión de Los Diablos de Lata es clara, seguir promoviendo su arte y cultura no solo en Ecuador, sino también en el extranjero.
Integrantes de los Diablos de Lata de Riobamba
De la misma manera, Sebastián Herrera, con tan solo 15 años es uno de los integrantes que da la voz de mando durante las coreografías. Confiesa que aunque no había bailado antes, pero que el año que lleva dentro de la agrupación ha sido muy emocionante.
Asimismo Richar Armendáriz, bailarín de 12 años, nos cuenta que empezó a bailar desde los 4 años. Lleva un mes dentro de la agrupación.
El entusiasmo y la dedicación de jóvenes como Sebastián y Richar son un testimonio vivo de cómo la danza puede transformar vidas y mantener viva la rica herencia cultural.
A través de sus movimientos y pasiones, estos bailarines no solo encuentran alegría y propósito. Sino que también se convierten en guardianes de una tradición invaluable.