Sin duda, la naturaleza es mágica y gran ejecutora de la mano divina, la misma que hace que tratemos de enmendar cuando no queremos hacer caso pese a prohibiciones y hasta el empleo de sanciones para cumplir nuestro deber: el deber de cuidarnos. En fin, Covid-19 + ceniza= use mascarilla.
En verdad, es lamentable salir a la calle y observar que muchas personas utilizan la mascarilla de cualquier forma, menos como se debe, y eso que esta observación se hizo en estas mismas líneas, pero varias semanas atrás.
En esta ocasión, el volcán Sangay es el que nos está dando la alerta que, quizá, el nuevo coronavirus (Covid-19) no ha logrado motivarnos aún.
La verdad que quienes vivimos la erupción de la “Mama” Tungurahua, que inició en el año 1999, y que hasta bañó nuestras latitudes con material volcánico, causó muchas afectaciones en nuestras vías respiratorias, causando cuadros clínicos que muchas personas no han podido aún superar, y si a aquello le sumamos la presencia de un virus mortal, que afecta las mismas vías, estamos apelando a una suerte de “suicidio voluntario”, algo que ni siquiera debería considerarse como tema de escrito alguno.
En este sentido, debemos tomar mayor conciencia de los problemas que nos aquejan y aplicar los mecanismos y recomendaciones establecidas para evitar complicaciones inecesarias.
Asimismo, seamos más responsables con nuestros hijos que, en primer lugar, ni deberían salir a las calles, pero, si es necesario hacer aquello, estemos muy pendientes de su correcta protección, pues, no es dable que muchos padres estén “forrados” la cabeza, y sus hijos en las espaldas, tomados de la mano o en los hombros absorban cualquier enfermedad.