Coronavirus Ecuador: Hace un año el terrible mal de Oriente llegó a nuestras tierras, algo muy previsible, toda vez que ni las grandes potencias pudieron impedirlo, peor nosotros, con las limitaciones ya conocidas, a más de la falta de planificación y visión de parte de quienes, teniendo las riendas del Estado, quizá solo se limitaron a ver la televisión y creer que era otra película de Hollywood o, tal vez, una de esas publicaciones alarmistas de las redes sociales, ante lo cual se quedaron impávidos, estupefactos, anonadados, al punto de permitir que muchos delincuentes -los que, por cierto, aún no reciben sanción, siendo todo un mero teatro- usufructúen con la desgracia general y llenen sus bolsillos y aseguren, con plata mal habida, la vida de su legado, pero eso qué importa en un país como el nuestro, donde las fundas para cadáveres valen más que muchos pasajes de avión, tanques de oxígeno cotizados a la par de celulares o pastillas que se llegaron a ubicar a precios de algún carro… aunque, en el “País de Manuelito” lo asombroso fuera que se actúe de manera correcta.
Pero ese solo fue el inicio de una serie de atrocidades y arbitrariedades, de la cual ningún sector salió ileso, y se dio a pie a leyes burdas que lejos de paliar la crisis la ahondaron, dando “carta blanca” a los inescrupulosos para que “hagan de las suyas”, al más puro estilo de la delincuencia organizada, y muchas cosas que, por motivos de espacio, se quedan en el teclado, como vacunas a mamitas y amigos… pero, gracias al Todopoderoso, por lo menos la mayoría de los ecuatorianos podemos contarlo, aunque, no está demás decirlo, muchos hemos hecho méritos suficientes para ser parte de frías estadísticas, pero Dios es bueno