La coyuntura nacional ha manifestado cierto quiebre de la Asamblea Nacional con la relación que ha mantenido con el Ejecutivo. Así, esta semana, el presidente Guillermo Lasso retiró, públicamente, su apoyo a la presidenta de la Asamblea, Guadalupe Llori. Muerte Cruzada: “SU CARGO EN RIESGO”. Consulta popular puede disolver la asamblea.
Posteriormente, con el archivo a la Ley de Atracción de Inversiones, Lasso manifestó que trabajará sin tomar en cuenta a la Asamblea. Ahora, con la nueva Ley Laboral, el primer mandatario considera que sería una “pérdida de tiempo” enviarla al Legislativo. Días atrás, asimismo, el presidente manifestó que vería los mecanismos constitucionales para gobernar a través de decretos y reglamentos. Con referencia a la situación que atraviesa Llori, prefirió no emitir declaraciones al respecto.
“Allá la Asamblea Nacional, yo no soy quién para decir si ella no debe continuar en su cargo”. Estas circunstancias evidencian roces en la relación que tiene Lasso con la Asamblea Nacional. Roberto Gortaire, agrónomo, analiza la coyuntura política, manifestando que unas de las jugadas estratégicas de Lasso fue quebrar a Pachakutik y generar discordia entre los integrantes de esa bancada.
¿Cuáles eran sus perspectivas respecto a la llegada de Lasso Mendoza a la Presidencia?
Personalmente, expectativa mayor no tenía. Siento que se está cumpliendo lo que se dijo. Se dijo que íbamos a volver a esa lógica que algunos llaman “el neoliberalismo”, lo que conlleva un Estado pequeño y la reducción de la intervención del mismo en la economía. Esa retirada del Estado de la economía, y de las instituciones como la salud, la educación, entre otras, es lo que se está viendo. Se ve la deserción del Estado, mientras hay más participación por parte de los sectores empresariales, sobre todo en el sector financiero. Se da prioridad al crecimiento de la deuda externa, en detrimento del ahorro o de la intervención pública. Eso se dijo que se iba a hacer, y es lo que se está haciendo. Se está desmantelando el Estado y no hay inversión pública. Y esto, es evidente, se puede considerar una segunda parte del Gobierno de Lenín Moreno Garcés. No hay mayor cambio en ese sentido, van en la misma dirección.
Como ciudadano, ¿qué es lo que preocupa?
La evidente pobreza, el desempleo y el subempleo. Los datos ahora ya son objetivos, y tienen una proyección que manifiestan el incremento de estos tres aspectos. Hay debilitamiento en los servicios públicos, claramente en salud. Hay un tremendo retroceso. La inseguridad es la problemática social más alta. Hemos vuelto a los niveles de los 90 y de los 2000, que es la época neoliberal más fuerte con Jamil Mahuad, cuando había Base de Manta. Lo de las cárceles nunca se ha visto. Es evidente la pérdida de control por parte del Estado. El otro signo claro de las decisiones tomadas por el Gobierno Nacional es la migración, y ésta era la expectativa que yo tenía, lo que se avecinaba con el triunfo de Lasso. Esto se va a deteriorar.
¿Esto es consecuencia de las alianzas políticas realizadas desde el inicio del Gobierno?
No considero que todo se concentre por ahí. Todo puede ser resultado, también, de la táctica política. Me parece, más bien, que el gobierno ha tenido muchas cosas a favor. En términos de la relación con la Asamblea, ha sido, más bien, irrelevante. Todas las políticas claves no han tenido mayor relevancia en la Asamblea, éstas han sido ejecuciones propias.
¿Cuáles han sido las estrategias de Lasso en torno al Legislativo?
Creo que, tácticamente, ha hecho jugadas muy inteligentes. Se ha dedicado, más bien, a desprestigiar a la Asamblea que, ahora, tiene su nivel más bajo de aprobación. Ayudado también por la presidenta de la Asamblea. Una cosa muy importante que ha logrado el Gobierno es la ruptura de Pachakutik. Lasso ha quebrado el movimiento que empezaba a despuntar y a catapultarse como una fuerza política. Tomando en cuenta, este partido alcanzó los resultados más importantes en elecciones presidenciales.
Para finalizar, ¿la muerte cruzada es una alternativa para Lasso?
No, porque eso significaría poner su cargo en riesgo al llamar a elecciones presidenciales. Con la consulta popular, él dice: “No, propongo que se reduzca la Asamblea”. Esto, para mí, es inútil, eso no va a cambiar ni resolver nada, pero, a la gente le encanta la idea de tener menos asambleístas.