Qué triste e indignante es hablar de los temas de corrupción, y más aún en tiempos que un mortal virus ha apagado inocentes vidas, las mismas que ni siquiera tuvieron la esperanza de ganar la batalla, y todo porque no estamos preparados para enfrentarlo.¡Con la salud no se juega!
Es verdad, ningún país del mundo lo estuvo, y de no mediar la decidida labor de nuestros combatientes de primera línea la desgracia fuera mucho mayor, por lo que para ellos y ellas irá siempre el respeto y agradecimiento imperecederos, pero, saber que nuestros hospitales no cuentan con mecanismos de respuesta óptimos ni los insumos necesarios para proveer seguridad al personal de salud hiere el alma, a más que pese a que hasta hace no mucho se nos habló rimbombantemente que la inversión fue muy fuerte en este tema, y darnos cuenta que no fue así es muy lamentable.
Pero, lo peor de todo es enterarnos que el “hombre o mujer del maletín” ya subió de nivel y ya no solo hace sus arreglos “a la criollita”, sino que reparte los hospitales -que son de todos- a cambio de favores políticos.
Palabras sobran, lo malo es no poder publicarlas por respeto, porque saber que no existe un medicamento aduciendo falta de recursos, y constatar que se negocia hasta con bolsas de cadáveres, porque lo que más hay es dinero, y a vista y paciencia de todos, no tiene perdón de Dios ni del otro.
Esperemos que esta pandemia sea el punto de quiebre para inaugurar la honestidad y el compromiso con el país en las esferas de poder y que se entienda de una vez que el encargo dado con el voto en las urnas no es para vernos la cara, ni la forma más rápida de hacer crecer el patrimonio, sino el sagrado deber de servir al pueblo. Así sea.