En Guano, a través del tiempo y ante la modernidad, ha conservado su valor y herencia histórica cultural y la manifiesta en diversas expresiones a través de su patrimonio tangible e intangible irremplazable como el turismo, la gastronomía, los extraordinarios paisajes y la fraternidad de sus pobladores. Arte de la zapatería dejó de ser rentable.
Por siglos, cada maestro impone su destreza y habilidad, esto para dar forma y marca en productos elaborados a mano, como los zapatos. En Guano se trabaja también con cuero en la elaboración de chompas, cinturones, carteras, billeteras, gorros, sombreros, portafolios, chaquetas, faldas y adornos de muy buena calidad y a precios de fabricante, que son accesibles.
Labor. “Cada casa guaneña es un templo y cada techo guaneño un taller”, palabras que contiene el Himno a Guano, son la mejor manera de describir el trabajo honrado, dedicado, inspirado de hábiles manos que tejen, nudo a nudo, hermosos telares de alfombras y talleres artesanales de fino calzado; además, en otros sectores del cantón se elaboran artesanías en totora, cabuya y piedra.
Luis Talla, artesano de la zapatería, hoy vive de las chauchas, porque decayó el negocio a raíz de que llegaron los chinos, los zapatos livianos importados y, para colmo de males, la pandemia. “Ya no se hace zapato nuevo, ya no hay quién compre; antes se vendía en Colombia, Perú y turistas del mundo”, sentenció don Luis, quien desde los 15 años de edad aprendió el oficio de confeccionar zapatos de suela, zapatos de planta, botas de mujeres, botas de hombre, trincados, basteados, estacados con mangle, bien cocidos toda la vuelta, y para que aguante se ponía taco de llanta, todo a mano, con martillo, clavo, hasta con cemento en la punta, porque querían zapatos duros.
“Lastimosamente, los tiempos cambian y ahí están botadas las hormas, los materiales, los zapatos no hay ni quién pregunte, peor comprarlos. Toda la vida la hemos dedicado a este trabajo, porque antes se vendía el producto, eran fuentes de trabajo para mucha gente, y no solo de la cabecera cantonal, sino también para las comunidades San Gerardo, San Isidro, San Andrés. Se pagaba por obra, tenían hasta operarios, rogaban para trabajar; ahora todo está perdiéndose, están botados los productos, los materiales”, solloza el maestro “Talla”, como lo llaman.
Él es uno de los zapateros más antiguos, a la fecha tiene 82 años de edad, quien, huérfano desde los 9 meses, se crió con su abuelita, que le indujo al oficio de zapatero. Estudió 3 añitos de la escuela, se casó a los 19 años, su esposa, María Padilla, tiene 87 años, y lo acompaña en el oficio por más de 65 años; ellos formaron “equipo de tanto maestro mayor que daban la obra” y ganaban haciendo los zapatos día y noche para tener casa y educar a sus hijos.
En gran cantidad el calzado de Guano se vendía en Quito, Guaranda, Santo Domingo, Cuenca, Guayaquil y exportaba al extranjero al por mayor. Han pasado los años y cada vez es más escasa la producción local, porque sus artífices ya han fallecido o están enfermos por sus años de sacrificio o porque ya no hay trabajo a quien ofertar..