Adulto mayor murió en parque de Riobamba: Morir haciendo lo que disfruta un hombre pareciera una forma agradable de pasar a un plano espiritual, y para Estuardo Miguel Salazar Mosquera fue una marca del destino. Y esto porque, el pasado 13 de abril, falleció después de alimentar a las palomas apostadas en el parque Maldonado. Según versiones del lugar, el hombre caminó tambaleándose, y llegó hasta el borde de la calle 5 de Junio, con dirección a la calle José Veloz…
Suceso.
Su primera caída fue junto a la zona de parqueo, y una agente municipal le brindó ayuda ante la circunstancia y, gracias a ello, pudo llegar hasta la acera de la José Veloz; allí, la persona encargada de la farmacia observó al hombre desplomarse sobre las piedras talladas de la vereda, sin dar visos de reacción… y ese fue el fin de su existencia. Los betuneros que trabajan junto a La Catedral lo conocieron poco, al igual que otros, pero mantienen un buen recuerdo de quien visitaba el parque a diario, aunque la historia y motivo tuvieron su razón…
Personaje.
En la zona del parque lo apodaron “El señor de las palomas”, esto por la cuasi-religiosa actividad que desarrollaba en el sitio. Entre ciudadanos y vecinos observaron -durante años- la forma en que recorría los basureros, en ocasiones, y otras con su fundita de comida para las palomas. Siempre llegaba solo, “nunca lo vimos acompañado”, dijo Norma Tacuri, quien le brindó ayuda en la primera caída, aunque la segunda le fue letal.
Acompañantes.
El parque recibe la visita continua de propios y fuereños y, asimismo, en sus rincones guarda la historia de cada personaje que lo pisa. Norma Guambo también llega al sitio con la intención de alimentar a las palomas, al igual que Rafael Pilco y otros que ejecutan este noble gesto
Procedencia.
Penipe fue el lugar que lo vio nacer un 28 de septiembre de 1948, así como crecer durante una buena temporada. Al cantón llegaron primero sus abuelos, luego allí nacieron sus padres. Su progenitor trabajó como sombrerero y su madre se dedicaba al hogar, aunque la gente mayor que los conoció comenta que “los trabajos con croché de Dolores Mosquera lo desearon muchas personas, por su calidad”.
Crianza.
Al morir la madre quedó a cargo de sus abuelos, luego ellos también dejaron esta tierra, quizá por eso siempre fue distante y reservado, como lo recuerda su tía Sara, quien mencionó que después del fallecimiento de sus seres queridos lo cuidó, hasta que inició una aventura lejos de su tierra: estuvo primero en Guayaquil y luego probó suerte en el Oriente ecuatoriano…
Antecedentes.
Más lo conocieron como Miguel, un personaje solitario y alejado de la familia. En su tierra trabajó como chofer para el Gobierno Parroquial de Penipe y, a pesar de desconocerse las actividades que desarrolló en otras tierras, en Riobamba brindó servicios de guardianía en molinos “Anita” por varios años, donde lo apodaron “el mudito Miguel”, por su personalidad aislada, “un hombre humilde”, como lo recuerda Ángel Velasteguí, quien le brindó asesoría.
Sueños.
Miguel Salazar acudía al parque con dos intenciones: alimentar a las aves y visitar la oficina de su abogado, pues, años atrás inició un proceso judicial para recuperar unos terrenos que fueron una herencia dejada por sus abuelos, y le correspondían. En su hogar vivieron 10 hermanos, de quienes también prefirió alejarse… de ellos solo quedan unos cuantos. El sueño terminó a las 10:00, hora en que su corazón latió por última vez.