Un abuso sexual le puede ocurrir a cualquier persona, tu familiar favorito(a), tu amigo(a), tu compañero(a) de trabajo, quien está junto a ti en este momento… alguno de ellos pudo ser abusado y tal vez no lo sabes, y es porque no todos éstos son realizados a la fuerza y tampoco todas las víctimas hablan. Magno Moncayo, psicólogo clínico, dijo que -según estadísticas- el 65% de abusadores se encuentra en el hogar, siendo más vulnerables los niños.
Conceptualización.
El psicólogo partió por señalar lo que es abuso sexual. “Es toda conducta que va en contra de la voluntad del niño por parte de un agresor”, puntualizó. Los abusos sexuales no solo conllevan penetración, sino también conductas sexuales frente a los niños, conductas de erotización, el agresor le hace ver vídeos o fotos de sexualidad en contra de su voluntad, además de saber que no está en edad para tener acceso a ese contenido.
Los besos y las caricias sin su consentimiento también representan abuso, e indicó Moncayo que desde el marco legal se distingue que todo lo que pase de la vulva hacia fuera es abuso y de la vulva hacia adentro es violación, aclarando además que el acto de penetración no solamente ocurre con el miembro, sino con objetos o dedos.
Riesgo.
El especialista alertó que los abusos no solo ocurren por parte de personas mayores, sino también por otros niños (por un primo, por ejemplo), y esto sucede cuando el niño ha conocido cosas sobre sexualidad a temprana edad, se produce un proceso de erotización, es decir, hay un despertar temprano a la sexualidad no adecuado, principalmente cuando tiene acceso a pornografía o a ver a sus padres manteniendo relaciones sexuales.
El riesgo mayoritariamente está en casa, el abusador puede ser el padre biológico, padrastro, hermano, tío, abuelo, etc. luego están las personas cercanas, vecinos, amigos de los padres, compadres, en el entorno educativo, profesores, entrenadores, maestros particulares y, finalmente, el riesgo ante una persona ajena al círculo del niño, alguien completamente desconocido que lo puede encontrar en la calle, en el parque o en cualquier sitio usual o inusual.
Indicadores.
Para Moncayo existen 3 componentes que indican que un niño pudo ser abusado: a nivel físico, psicológico y conductual. En lo físico, presentan moretones, rasguños, mordiscos, sarpullidos, sangrado, etc., por lo cual es importante revisar el cuerpo de los niños a la hora de asearlos. “En la parte física cualquier indicador que salga de la normalidad, algo que el niño no tenía antes y que ahora lo viene presentando, hay que prestar atención”, dijo.
En lo psicológico, el niño pasa triste, alejado, no quiere comer, no quiere jugar o hacer sus actividades, incluso llora de la nada. Y en el último componente, lo conductual, algunos niños abusados o que han tenido un despertar temprano a la sexualidad presentan conductas sexuales en los juegos, como poner un muñeco encima de la muñeca, en el caso de las niñas se ven conductas de una adolescente, se arregla y se maquilla, quiere verse como grande, es diferente a explorar porque ve a la mamá maquillarse, cuando la niña lo hace recurrente ya es anormal, está pasando por un proceso de erotización por parte del abusador, y sucede porque el agresor le puede decir cosas como: “qué linda que te ves con los labios pintados, siempre que me veas tienes que estar así” o “qué linda te ves con vestiditos cortos”, y el abusador acelera el desarrollo normal evolutivo que va a tener la niña.
Agresor.
El especialista mencionó que un agresor no puede controlar sus impulsos. Cuando se habla específicamente de un abuso a niños ya se trata de pedofilia, “que es una parafilia, es decir una alteración de la esfera sexual normal de un ser humano.
El pedófilo solo busca satisfacer sus instintos, no mide si es un niño, las diferencias, los daños, solo quiere satisfacer su impulso sexual”. El agresor pedófilo se caracteriza porque ve a una niña y siente una gran excitación, y según Moncayo es un trastorno, no es normal, es alguien que no está mentalmente estable, pues, hay una alteración en su conducta sexual, incluso llega a ser agresivo y violento.
El psicólogo explicó que muchos de los abusadores fueron abusados también en su infancia, y al ser un evento traumático que no se resolvió y trató en su mente, algunos quieren desquitarse. El psicólogo, en entrevistas con abusadores, les ha preguntado ¿por qué lo hacen? y ha recibido respuestas como: “a mí me lo hicieron y yo también quise hacerlo”, “como un primo abusó de mí por eso lo repetí”…
En algunos agresores sucede de manera inconsciente, porque cuando fueron abusados recibieron un daño que les afectó no solo física sino también psicológicamente, y al no ser tratados por un profesional que les ayude a manejar sus emociones tienden a repetirlo.
Sobrevivientes de un abuso sexual rompen silencio
Todas las personas que han sido abusadas sexualmente necesitan atención psicológica, recalcó Magno Moncayo, que agregó que hay todo un proceso, manejado por etapas, que atraviesa la víctima para que aprenda a manejar sus nuevas emociones, de allí surgen otras problemáticas como quiénes tienen acceso a buscar ayuda y quiénes no, por diferentes factores.
Testimonios.
En el grupo de quienes se atrevieron y lucharon por recuperarse luego de haber pasado por un evento traumático está “Ángela Sandoval”, nombre protegido que recibirá la víctima que sufrió abuso sexual infantil. “Ángela”, ante los problemas que empezó a experimentar, empezó un tratamiento psicológico.
“Decidí buscar la ayuda de un profesional en salud mental, y debido a ese evento traumático yo tenía afectación que me hacía tener muchos más problemas en mi entorno personal y familiar. Llegó un momento en el qué no supe qué hacer, estaba triste, deprimida, no quería comer, perdí el sueño y tomé malas decisiones, me sentía tan insignificante, culpable, lloraba mucho y a ratos sentía que nadie me entendía, que nadie podía ayudarme, y por un momento llegué a pensar que mi vida era despreciable.
Fue allí que al empezar las terapias y durante este proceso de varias sesiones y meses he logrado entender que puedo aprender a vivir y sobrellevar todos los problemas, que debo cuidar mis emociones, y que aunque mi familia no sea un apoyo yo debo tomar mis propias decisiones para mejorar mi mundo; asistir donde un profesional de salud mental hizo que yo me acepte tal cual y aprenda a vivir, pero de manera positiva, mejorando mis hábitos y conforme fui avanzando el proceso terapéutico vi cómo mi vida fue cambiando para bien, a más de ir mejorando en todo sentido, ya no sentirme culpable y encontrar motivos para seguir luchando.
Entendí que no podía salir, ya que sin la ayuda profesional nada de esto hubiese sido posible y me encuentro muy agradecida, porque mi vida ha cambiado para bien”, contó emocionada “Ángela”. Por otro lado está “Clara García”, nombre protegido también para una chica que fue abusada sexualmente en su adolescencia.
En esta historia la víctima no ha recibido terapia psicológica. “Clara” compartió su caso. “Fui abusada hace algunos años, me asignaron a un perito de la Fiscalía para algunas sesiones con la finalidad de prepararme para declarar, porque mi agresor fue encarcelado, pero en ese momento yo experimentaba mucho coraje y dolor, no quería hablar con nadie.
Mi familia sufrió las consecuencias, en casa ya nada era igual y yo sentía que no eran felices y que no podían llevar sus vidas con normalidad por mi culpa. Un día simplemente decidí hacer como si nada hubiese pasado, tuve que sonreír para que mi mamá vuelva a sonreír, tuve que volverme fuerte para que mi familia no sufra, les hice creer que todo estaba bien, no soportaba el silencio de mi casa, así fue como me engañé a mí también, tratando de no pensar en lo sucedido, aunque en el fondo sé que nunca ha salido de mi mente.
No me he hecho tratar con un psicólogo por falta de recursos económicos y, en consecuencia, hay cosas de mi abuso que no he podido superar, como el miedo, me aterra cuando alguien empieza a actuar de forma sospechosa en la calle, cuando he estado en peligro no puedo reaccionar, me paralizo, mi cuerpo no me obedece y no puedo pensar con claridad como para tratar de escapar, solo pienso que la historia se va a repetir; me da miedo también que mi agresor pueda escapar de la cárcel, él dijo que saldría y que me mataría, y eso es algo que siempre tengo presente, aunque solo trato de sobrellevar las cosas”, indicó Clara.
Psicoeducación. Moncayo señaló que ante un abuso sexual es importante no solo psicoeducar a la víctima, sino también a su familia, a ellos se les explica lo que va a pasar con la víctima, lo que va a sentir, pensar, cómo se va a comportar, se explican todas las conductas y la manera en que deben manejarlas, siendo un proceso global para toda la familia.