Si bien en los últimos meses hemos quedado anonadados e indignados por los diversos hechos reñidos contra la ley, la moral y hasta la sensibilidad humana ocurridos en el contexto del nuevo coronavirus (Covid-19), en la cual las altas esferas políticas y económicas han sido grandes protagonistas, no debemos dejar pasar por alto el cometimiento de ilícitos que se están dando a diario en las diversas calles de las ciudades ecuatorianas, lo que ha acrecentado la ola de inseguridad y la pérdida de la confianza de un mayoritario sector de la ciudadanía en la administración de justicia. Y es que, como se dice en el argot popular, los “enemigos de la sociedad” salen más rápido de de lo que entran, haciendo que la intranquilidad sea una pandemia paralela a la del virus de Oriente, y eso para nada es justo. ¡A la delincuencia se la ataca con trabajo!
En este sentido, juegan un papel importante las decisiones adoptadas por los gobiernos de turno que han dado cabida a hermanos extranjeros, lo que es loable, pero ni siquiera se ha legislado ni controlado de manera óptima para no atentar contra el bienestar de los connacionales, y ni hablar de las “normativas” que posibilitan a las defensas jurídicas dilatar los procesos para que no opere la justicia y los casos no se resuelvan, a lo que se suma la crisis económica que mandó al desempleo a miles de trabajadores, que tienen de alguna manera llevar un pan a la mesa de sus hogares. Y ojo que ni siquiera hablamos de la delincuencia ya instituida. En fin, se debe trabajar de manera macro en atacar las necesidades de la población, a fin de que tenga oportunidades laborales y no piense siquiera en contrariar la ley vigente, y esa es una tarea que le ha quedado muy grande a los gobernantes.A