En el cantón Penipe “El animero” canta y reza a las almas en penas, recorre las calles e ingresa a la medianoche al cementerio general.
A las 23:00, no había luz en Penipe, y aunque la luna alumbraba un poco, generaba miedo e incertidumbre.
Unas pocas personas esperaban en la puerta de la iglesia la llegada de «El animero«. Este personaje recorre las calles de Penipe durante los 16 días previos al Día de los Difuntos.
No se sabe con exactitud cuándo comenzó este ritual, dedicado a las benditas almas del purgatorio, pero los vecinos aseguran que tiene cientos de años de antigüedad.
‘El animero’ Ángel Ruiz canta y reza en el cementerio
Ángel Ruiz, de 77 años, llega apresurado a cumplir su misión.
Su hermano menor Gilberto Ruiz explica a la gente que «El animero» saluda y conversa con los visitantes antes de iniciar el recorrido, que dura entre dos horas y media y tres horas.
Sin embargo, una vez que «El animero» toma en sus manos la calavera y la campanilla, no conversa con nadie.
Al comenzar su recorrido, no puede volver la mirada hacia atrás, pues se cree que miles de almas lo siguen durante su trayecto.
Después de cantar y rezar en las primeras cinco esquinas del camino entre la iglesia y el cementerio, «El animero» entra al camposanto.
Debe estar en el centro del cementerio a las 12 de la noche. El cementerio está ubicado en una ladera, y para ingresar, pide permiso a las benditas almas de los seres queridos sepultados allí.
Una vez que reza en la puerta principal, camina apresuradamente cuesta arriba hasta encontrar la cruz más alta del cementerio.
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Penipe: ‘El animero’ canta y reza a las almas en penas
En ese momento, deja la calavera a un lado y la campanilla al otro, se acuesta boca abajo con los brazos extendidos en forma de cruz, y medita mientras reza y canta la frase: «Recordad, almas dormidas de ese profundo sueño».
Luego añade: «Rezad un padre nuestro y un ave María por las benditas almas del purgatorio«
Se levanta, toma nuevamente la calavera y la campanilla, y acude a las cuatro esquinas del cementerio, donde reza y canta por las almas que allí se encuentran y que aún están en penas.
Inmediatamente después, sale a recorrer las calles, asegurando que debe cantar en 39 esquinas.
Sube al barrio El Calvario y luego se dirige hacia el estadio, por la vía a La Candelaria, donde se cambia y regresa a su casa.
No puede regresar la mirada hacia atrás porque hay miles de almas que le siguen, y considera que puede ser golpeado por muchas de ellas.
En la puerta de la iglesia de Penipe se transforma de Ángel Ruiz en “El animero de Penipe”, se viste una túnica blanca que el personaje lo denomina ‘alba’, que significa el comienzo de la luz.
‘El animero’ lleva en sus manos la calavera de Teodomira
La calavera es de la señora Teodomira que falleció a los 95 años en Riobamba y sus familiares decidieron realizar la exhumación para llevar sus restos a Penipe y “El animero” pidió la calavera.
Luego del largo recorrido y el esfuerzo por cantar en cada esquina al final de la jornada se siente cansado, pero pronto se recupera y sigue cantando noche tras noche.
Ángel Ruiz recordó que en una ocasión dos niños le dijeron: «No salga al recorrido porque te van a golpear y a sacar la m…», pero él no hizo caso y esa noche salió normalmente a cumplir con el ritual.
Durante 16 años, lo acompañó en el recorrido un burrito, su única compañía en medio del oscuro cementerio.
Cuando algo raro ocurría, el burrito rebuznaba y ponía su cabeza en el hombro de «El animero«.
Penipe: planificaron el ataque a «El animero»
Tres jóvenes, que planificaron atentar contra «El animero», comenzaron a beber licor desde muy temprano para llenarse de «valor» y entrar al cementerio con el objetivo de cumplir su misión.
Intentaron agredirlo, argumentando que no les había dejado dormir durante los 15 días previos al Día de los Difuntos.
Sin embargo, no lograron su propósito, ya que el burrito alertó a «El animero» sobre la presencia de los enemigos y salió corriendo en una precipitada carrera, saltando sobre las cruces del cementerio.
Como «El animero» no puede volver la mirada ni a los lados ni hacia atrás, continuó con su recorrido, solo escuchando el tropel del burrito entre las cruces.
Horas más tarde, se enteró, a través del cura de la parroquia, que tres jóvenes habían sido encontrados tendidos en el cementerio y llevados a la iglesia.
El sacerdote le pidió a «El animero» que no cambiara su vestimenta, que terminara su recorrido y luego acudiera al templo para rezar y realizar un ritual con el fin de salvar la vida de los jóvenes cuyos cuerpos habían sido azotados.
‘El animero’ acudió al templo para el ritual de salvación
Ya en el templo, «El animero» participó en las oraciones. A mitad de la misa, el cura le pidió que colocara la calavera en la cabeza, luego en el pecho y el abdomen de los afectados.
Después, les viraron el cuerpo y «El animero» volvió a colocar la calavera en la nuca, los pulmones y la cintura de los jóvenes.
Finalmente, se retiró y observó cómo los jóvenes eran llevados en hombros por sus familiares. Ocho días después, se recuperaron en sus hogares.
“Cuando estoy solo en el cementerio me levanta el ánimo porque veo miles de sombras blancas que me acompañan y eso me fortalece para seguir adelante”.
La calavera es de Teodomira Goyes, una respetable dama que falleció a los 95 años, sus familiares le facilitaron a Ángel Ruiz, quien le cuida.