Inundaciones y erupciones han marcado la historia de Palitahua que, por años, la han azotado, contrariando sus anhelos de progreso.
Las inundaciones y erupciones son la tónica en Palitahua, perteneciente a Penipe, que por años la han azotado, lo que ha hecho que sus hijos amen la tierra.
Una bella tierra que los vio nacer o crecer y surgir.
Lo acontecido el 16 de junio de 2024, en pleno Día del Padre, solamente fue una más de las tragedias que han escrito su historia.
Lejos de lo que se piensa, motiva que sus hijos la amen más y más, así como aviva la esperanza de que juntos saldrán adelante.
Así, Serafín Medina, habitante, con “una vivienda a solo 5 pasos de la orilla del río”, señala que lo experimentado ese domingo no fue normal.
“Nuestro sector y toda la zona nororiental de Chimborazo, a causa de las lluvias, soportó una creciente jamás vista…
El río Puela creció y arrastró 3 puentes: el de Tocshe, Capil (Cucho Capil) y el del paso a Puela. A sí no lo crea, señor, toda la vida estamos afectados, pero aquí nos quedamos y quedaremos a luchar”.
Y con esa expresión, llena de firmeza y compromiso en el tono de sus palabras, demostró su arraigo a la tierra.
Palitahua convive con la tragedia
De su lado, Nelson Miguel Guerrero Sánchez agregó que “temblaba como cuando el volcán Tungurahua estaba en actividad, temblaba y sonaba durísimo…
… Mi mujer dijo bajemos, y era el río cargaba tremendas piedras, como cuando revienta la dinamita, así era el ruido y apercibía a lodo”.
Agregó que el río copó arriba (montaña), chocó con una roca, de ahí se come la playa de los señores Barriga, afectados en 600.000 dólares.
“Pero aquí nos quedamos, aquí está nuestra vida, aquí estaré hasta el final”, subraya.
Y ello lo corroboró Mesías Olivo, de la comunidad Pachanillay, quien agregó enfático que la naturaleza presentó todo su poder destructivo esa mañana.
“Yo tengo 48 años y por primera vez en la vida he visto toda esta magnitud. Los que hemos vivido en el campo nos asustaríamos cuando llueva unas 3 semanas o más, pero un día y una noche nos destruyó”.
“Soy de acá, acá está mi familia, están mis mejores años, mis amigos, mi trabajo, y por ello no pienso dejar lo mejor de mi”.
Inundaciones y erupciones han sido constantes
Haciendo historia, Palitahua sufre desde 1922 con la bajada del cerro Pichi: caen 100 toneladas de escombros, piedras y palos, y tapa medio poblado.
En 1956, igual, erupciona el Palo Blanco, las peñas de Capil, donde había habido muertos por el poder de la Madre Naturaleza.
“En 1976 tenía 13 años, y justamente se tapó el puente con el que entramos a Palitahua, junto con sus playas”, dice Medina.
2007, con el asunto del volcán Tungurahua, bajó el río, represó la quebrada Mapayacu, y eso fue un mar, algo que afectó seriamente.
“Tenía cuyes con un hermano, 800 cuyes y todos se los llevó el río, y por eso con la adversidad crece el amor”.
Y esta sentencia de Medina, es la de todo un pueblo que pase lo que pase jamás dejará este hermoso y pujante rincón de Chimborazo.