Parentalidad: la corrección no es sinónimo de maltrato

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Seguramente, madres y padres de familia, ante muchos comportamientos negativos de sus pequeños, no saben cómo afrontar las emociones incómodas que generan estas situaciones, y más aún cómo actuar de la manera correcta; sin embargo, es importante respirar profundamente, mantener la paciencia y hablar con amor, siendo un valor que permite sostener y fortalecer los vínculos humanos. Aunque está muy marcada la creencia de que “a golpes todo entra”, lo único que provoca es una resistencia desfavorable en el menor de edad, por ello surge el término parentalidad positiva que se basa en el respeto de los derechos de los infantes sin recurrir a la educación a través del castigo, entendiéndose castigo como una forma de violencia física, psicológica y emocional. Parentalidad: la corrección no es sinónimo de maltrato

Lo dijo una profesional. Gisselle Oleas, psicóloga clínica especialista en Parentalidad, Apego y Desarrollo de la Infancia, explicó: “la parentalidad se refiere a un conjunto de capacidades y habilidades que ponen en práctica los padres y madres para ejercer su rol de cuidado, afecto, educación, socialización y de protección a los niños y niñas”. Al referirnos a positiva es tomar como base el buen trato y con una perspectiva de la no violencia. “Entonces, la parentalidad positiva es un buen concepto para entender, desde la psicología infantil, que la crianza debe desarrollarse y construirse velando los derechos de los menores de edad”.

A saber. Correteos, berrinches, llantos y gritos son algunas de las formas que tienen los pequeños para expresar sus emociones y, aunque esas conductas son las que suelen frustrar a los progenitores y los hace reaccionar de una forma no adecuada, hay que entender que sin recurrir a la violencia se puede establecer reglas y límites claros, por esta razón la especialista señaló: “se debe hacerlo desde el afecto y la escucha, y por ello hay dos puntos claves: el primero es que el adulto se posicione como una persona segura que cree vínculos estables; y, la segunda, es instaurar las reglas, porque al tener la confianza y buena relación se activa la colaboración del menor con el adulto”.

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Para instaurar las reglas se debe persistir, porque los niños aprenden por repetición, y para ello hay que tener paciencia mientras ellos comprenden y si hay reglas que no se cumplen se debe corregir y explicar nuevamente buscando discursos digeribles y fáciles de captar.
Mensaje. “No se trata de ser padres y madres perfectos, sino de estar dispuestos a aprender, sanar las heridas y trabajar en el desarrollo propio para una crianza positiva”, culminó Oleas.A

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