La paz fue uno de los conceptos que más se anhelaban durante el proceso de movilización que se llevó a cabo en el país. Pero, ¿este concepto qué conlleva? el padre Enrique Monserrate habla sobre este proceso que se protagonizó en Ecuador. Aseguró que conseguir “un objetivo con base en la violencia, debilita los objetivos. Esto porque no se consiguen bienes haciendo males”. La ética y los objetivos para la paz.
¿Cómo quedamos después de las manifestaciones?
Quedamos preocupados, lastimados, endeudados, con más incertidumbre, porque la jornada fue de 18 días. Y esta jornada fue intensa. La sensación que se tiene es de preocupación. La gente siente que cada tres años va a haber este tipo de eventos, de paros. Pero, a la final, la pobreza sigue en aumento y, la gente sigue buscando empleo. También está tratando de trabajar vendiendo cualquier cosa. No hemos quedado tan bien que digamos después de esta jornada de paros.
¿Cuáles eran los discursos que más se manejaban en las calles por parte de los ciudadanos?
Yo estando en Santa Rosa, y observando las manifestaciones, los indígenas presionaban a que la gente cierre sus negocios, para que se unan al paro. Esa fue la tónica de todos esos días. La gente, entonces, de este sector, que tienen sus negocios, abrían y cerraban los negocios a la hora que pasaban y se iban los manifestantes. Pero, en general, la tónica no fue de maltrato, ni de insultos, salvo, el último día, donde la gente ya empezó a golpearse. Esto porque se agotaba la paciencia por los días que el paro llevaba, y no se veía una salida a la situación. Pero, desde aquí, no se vieron ataques racistas, ni ofensas a los manifestantes. Más bien, la gente aplaudía. Pero, se entendería que era para que se vayan pronto, para poder vender.
Y, a nivel nacional, ¿cree que se generó un estigma ya sea hacia lo indígena o a lo mestizo?
Parece que sí. En comunicados que han asomado de prensa, de parte y parte, se habla de una acentuación del racismo, de la discriminación. Creo que es una lectura equivocada, ¿verdad?. Y está equivocada porque se reduce el tema hacia la raza. El problema no es la raza, el problema es la inequidad, la pobreza, la salud, la educación.
Es decir, el que la gente no alcanza a satisfacer sus necesidades básicas con el sueldo que se tiene. Llevar la pelota a la cancha del racismo, no es lo más acertado, es tapar los problemas que tiene el país, y que son problemas estructurales y de años atrás que no se los enfrenta. Y no se los resuelve a cabalidad.
¿Cómo se entendería al concepto de la paz?
Comparando con el paro de 2019, donde mucha gente se unía a los manifestantes, hablando de gente mestiza, esta vez se armaron marchas paralelas. Había las marchas indígenas, con su estilo, con sus consignas, apoyando los diez puntos de la CONAIE. Y, la sociedad mestiza, empezó a reaccionar armando “marchas por la paz”. Hablaban de paz y trabajo. Decían que “queremos trabajar” y queremos paz. Es decir, las otras marchas, diferentes a las de la CONAIE, eran espacios donde la gente, más bien, como que no apoyaba tanto, abiertamente, el paro, pedía que cese la medida, las agresiones y todo el caos que estaba pasando en el país. Entonces, la paz, tiene que ser fruto de la justicia.
No hay paz sin justicia social. Por eso decía que, tapar los problemas estructurales con el concepto del racismo no es resolverlos. Es tapar la olla, nada más. Pero no es afrontar los problemas. Tú tienes paz cuando estás tranquilo, cuando puedes dormir tranquilo, cuando tienes un mínimo de comodidades, cuando no tienes miedo a que te roben o a que te maten, o que te saqueen. Entonces, vives en paz cuando tienes una buena salud, cuando en el trabajo estás asegurado, pero hay gente que vive en la incertidumbre, lo que se llama al día. Entonces no podemos hablar de paz cuando la mayoría de la población está en situaciones de pobreza y de pobreza extrema.
¿Cuál sería el rol para seguir avanzando?
Lo que está haciendo la población es reaccionar y clama para que, después de una pandemia que hemos vivido, que nos ha quebrado, ahora la gente dice: “bueno, ¿cuándo vamos a levantar cabeza?”
¿Qué le hace falta a la clase política?
Deben conectar con la gente. La clase política local, o nacional, debe sintonizar con la gente. Es decir, ir respondiendo a las necesidades, a las inquietudes que tiene la población. Yo noto en ciertos municipios que se acentúa el trabajo en infraestructura y está bien. Pero no es suficiente este tema. Los municipios también pueden atender temas de salud, educación, recreación. Es decir, la clase política debe volverse más humana y más humanitaria. La clase política debe volver a tener esa vocación de servicio a la comunidad, de sintonizar con la gente. Podemos tener ciudades muy bonitas, muy bellas, pero llena de pobres o llenas de mendicidad, atestadas de violencia, con sicariato. ¿Qué ganamos con una ciudad físicamente bonita cuando el ser humano, que habita en ella, está destrozándose paulatinamente?
¿Cómo empezar a tender puentes?
A través de la ética política, y conectado con la gente.