La realidad en Chimborazo suele llegar a ser compleja, sobre todo con los grupos vulnerables. En la provincia se evidencia que, el 35.21% de la población infantil, presenta un cuadro complicado de desnutrición. Ante esta realidad, el presidente Guillermo Lasso habría manifestado que “uno de los proyectos fundamentales” de su Gobierno “es luchar contra la desnutrición infantil”. Por otro lado, un elemento que también flagela a la sociedad chimboracense es el analfabetismo. Según el reporte más reciente del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, el mayor índice se presenta en Chimborazo con un 11.9%, sobre todo en las poblaciones indígenas de la provincia. Josué Habacuc, director de la Red Ecuatoriana de Pedagogía, comenta sus proyectos y el aporte que tiene la REP para mitigar, atenuar y erradicar el analfabetismo en Chimborazo. “El analfabetismo flagela a la sociedad”.
¿Qué papel debería tomar la REP al ver los indicadores de analfabetismo en Chimborazo?
La Red Ecuatoriana de Pedagogía tiene un papel de reivindicar el rol del docente, como factor de transformación social. Creemos que la sociedad puede mejorar, en tanto y cuanto, mejoremos nuestro sistema educativo. Si mejoramos nuestro sistema educativo, vamos a elevar el debate, en todas las áreas que tengamos que ver con una sociedad. En ese sentido, la REP viene trabajando en áreas muy fuertes: la educación continua, en la cual los docentes tenemos un compromiso constante de estar renovando nuestros conocimientos. Y más, ahora que nos encontramos en un mundo que se transforma y cambia de forma vertiginosamente. En la actualidad se habla ya de una escuela postpandemia. Se habla de una educación ‘postpandemia’, de donde han surgido bastantes reflexiones. Es decir, no podemos volver a pensar que la sociedad, en la actualidad, va a ser igual que antes de la pandemia. Y, por eso, también es ingenuo pensar que la educación se va a mantener de igual manera.
¿Cuáles son los rezagos que ha dejado la pandemia hasta el momento?
Una de las reflexiones más importantes es que la pandemia visibilizó otras brechas sociales que estaban invisibles, y que no estaban atendidas por parte del Estado. En ese sentido tenemos el acceso a la tecnología y a dispositivos tecnológicos. Tenemos el acceso a Internet que tendría que ser ya un derecho, que ahora es ya primordial, como lo es el agua, la luz, un techo. Y esto porque ahora, para que tú puedas estudiar, necesitas tener una conexión a Internet. Y no solo para que lo hayas podido hacer en la pandemia, de manera asíncrona, sino también poder hacer consultar e interactuar con un mundo que está todo en línea. La segunda que evidenció fueron estas grandes brechas de desigualdad económica. Porque, las personas que tenían recursos económicos tenían mejores posibilidades de sobrellevar, la pandemia y de poder acceder a educación. En contextos como el ecuatoriano, que tienes una parte rural y una parte urbana, pero un mestizaje que existe en ambos, y que también existe un proceso de migración, es interesante ver cómo ha cambiado el tema generacional de la vida en comunidad.
Tomando en cuenta todos estos requisitos, ¿acceder a la educación se ha vuelto un privilegio?
No. Yo creo que hay cosas que se van a mantener. La normativa legal manifiesta que la educación es un derecho, y en la Constitución se la eleva hasta el tercer nivel. Ahora, el problema no es si la educación es un privilegio o un derecho. La cuestión radica en preguntarse qué hace el Estado para que ese derecho se pueda cumplir, y también preguntarse cómo se lo está ejerciendo en Chimborazo.
¿Qué proyectos promueve la REP para erradicar esta realidad?
La REP nace desde la independencia. Y cuando tienes esta condición, tienes algo valioso. Nosotros no nos debemos al Gobierno de turno, y nuestro proyecto tiene visión a largo aliento. La REP en este afán, en un plazo de cinco a diez años, espera decir que Chimborazo es un modelo para acabar con el analfabetismo. Desarrollamos la FiBE y lanzamos un programa de 100 becas en el sector rural, que se están ejecutando en la actualidad. Tiene cobertura en los diez cantones de la provincia. Son becas para terminar el bachillerato, y esto porque existen dos tipos de analfabetismo en la actualidad: El funcional que es aquel que no puede ni leer, ni escribir. Y en estos días está el analfabeto tecnológico.
Existe esta bifurcación. El primer paso que hemos procedido a dar es acabar con el analfabetismo funcional, que tiene que ver con leer y escribir, y que esté acompañado, también, con un certificado de haber podido terminar su bachillerato que sería un proceso fundamental de la persona.