Solidaridad en Riobamba: Laurita y Abraham son dos personas de la tercera edad que, de un día para el otro, se quedaron sin un techo bajo el cual vivir. Un vecino del sector de la “Plaza de las Gallinas”, al observar a estos dos viejecitos, les abrió las puertas de una vivienda que desde hace mucho tiempo no estaba habitada, por lo menos para que tengan un techo para dormir, mientras dure la pandemia.
Realidad. Para la gran mayoría de riobambeños esta enfermedad no era conocida. Muchos decidieron no salir para nada, pero, para ellos, que vivían de la caridad en los mercados o cargando las compras de los clientes, el no salir a la calle no era una opción. Don Abraham, que casi no escucha, recorría las calles buscando algo de comida o de dinero, mientras que Laurita le esperaba en el portón de esa casa prestada.
Alerta. Fue una vecina del sector quien alertó a este medio de comunicación sobre la precaria situación por la que atravesaba esta pareja de viejitos. Bastó solamente un video de Diario La Prensa para que se vea de qué está hecho el riobambeño: de solidaridad, de amor, de compasión. Ni bien se proyectó la realidad de ambos, cientos y cientos de personas llegaron hasta la casita verde para entregarles todo tipo de comida. No faltaron tampoco autoridades de la Municipalidad de Riobamba, de oenegés, entre otras instituciones más. Como no tenían cocina, hasta una se les donó. Personal de la EERSA les colocó luz eléctrica y no faltaron los médicos del Hospital San Juan SA para realizarles chequeos médicos sin costo alguno.
Datos. Ésta es una de las historias más emblemáticas que se vivió en Riobamba en medio de la pandemia por el coronavirus. En medio del dolor, desempleo, desesperación al no saber a qué nos enfrentábamos, en Riobamba brilló la solidaridad y el amor por el prójimo. Lamentablemente, esa casa prestada estaba ya vendida, por lo que Abraham y Laurita tuvieron que irse a otro lugar. La última vez que se les encontró seguían juntos caminando de la mano, en medio de la pobreza, pero el compromiso de estar juntos por siempre.
Situación. Y fue la bandera blanca la que se convirtió en un símbolo de ayuda. En las fachadas, cada vez que se veía una, el riobambeño y la riobambeña ya sabían que en ese hogar se estaba pasando por alguna necesidad. Organizaciones, fundaciones, sociedad civil y autoridades se organizaban para dejar kits alimenticios. Si bien se trataba de llegar a casi todos los sectores, había casos excepcionales, com el de Juanita Tixe…
Historia. Ella, con sol o con lluvia, se ubicaba en la calle Saint Amand Montrond para pedir caridad. A sus casi 90 años de edad se le hacía muy difícil llegar al centro para pedir dinero. Es por eso que se ubicaba todos los días en este sector. La ayuda llegó finalmente. Se le entregó un colchón y alimentos.
La vida, de alguna manera, se le hacía algo más fácil a la octogenaria mujer que fue otro de los símbolos de solidaridad de Riobamba. No se puede olvidar tampoco a doña Angelina Mendoza, de 89 años de edad, y a su hija María de Lourdes, quien tiene síndrome de Down. En una casita por demás humilde, por el sector del Hospital Policlínico, se las encontró un día.
La mayorcita contaba que si bien antes podía salir al mercado a comprar comida para ella y su retoño, cada vez se le hacía más difícil por el dolor de piernas y de espalda. Mientras ella conversaba, María de Lourdes la observaba, le acariciaba la cara como tratando de consolarla. Luego de reportar este caso, una vez más el gran corazón de los riobambeños volvió a latir y a entregar comida para que, de esta forma, no tengan que salir y puedan estar protegidas mientras pasaban los meses de mayor contagio de Covid-19 en la “Sultana de los Andes”, como fue abril y mayo. Son historias que demuestran que en Riobamba hay gente buena.