San Francisco de Asís Penipe: El mundo en su dinámica caótica cambia y se transforma en los infinitos aspectos que involucran nuestro universo. Si bien es cierto, es algo a lo que nos hemos “adaptado” de forma voluntaria o involuntaria, pero indiscutiblemente hay matices de la vida que solamente los vientos del pasado pueden vislumbrar, aquellos que nos hacen emocionar y conmover.
¿Cómo es posible vivir el ayer? Y la respuesta está cercana y espera que la historia con el pasar de los años no peque de olvidadiza. El patrimonio cultural es el gran conjunto de expresiones vivas e inertes que nos permiten viajar en el tiempo, a reencontrarnos con nuestros antepasados, y que en una charla amena y tácita nos trasmitan la grandeza su existencia.
Penipe es un cantón de la provincia de Chimborazo, de aquellos lugares que encantan con su sencillez aparente, y sorprenden con las maravillas escondidas como sus cascadas, ríos, valles y montañas. La magia no se limita al paisaje y su ubicación predilecta; en su gran variedad de atractivos, existe uno que se celebra cada año.
Las fiestas de San Francisco de Asís del monte de Cedral de Penipe, se realizan los primeros días de octubre, con motivo (según los libros) de conmemoración de la fundación del asiento español de San Francisco del monte del Cedral de Penipe, por Lorenzo de Cepeda y Ávila el 4 de octubre de 1563.
Sin embargo, por testimonio viviente la verdadera esencia de las fiestas es la fe y devoción a nuestro santo patrono San Francisco de Asís. Coincidentemente los relatos nos cuentan que San Francisco de Asís falleció un 3 de octubre, por lo que quizá el sentimiento colectivo esté más acorde a conmemorar la vida de quien fue un ser humano maravilloso que se convirtió en instrumento de paz, que comprendió y vivió la caridad, el amor a Dios, amor por todos los seres vivos, y con todas las virtudes y dones que lo convirtieron en Santo.
Es así que los corazones de los penipeños se contentan inmensamente con la llegada del mes de octubre. Los preparativos se hacen con semanas de anticipación, los jóvenes del pueblo se reúnen para cortar ramas de eucalipto que serán la chamiza para las icónicas “entradas”. Se preparan el maíz, el puro, panela y demás ingredientes para la elaboración de la chica de jora. Cuando el día ha llegado, las familias priostes, Guashayos y los devotos de cada rincón de Penipe se concentran en la cabecera cantonal.
Con gran fervor, cada entrada se presenta con los priostes acompañando a la imagen de San Francisco de Asís, la chamiza, la volatería, las yuntas, y más. El tinte de alegría en las entradas está a cargo de los “Chivitos” que son personas vestidas con ropas de color rojo vivo y negro, con caretas de madera con rostro de “diablo” y llevan ortigas “bravas” que hace que los espectadores distraídos se despierten con el ardor cuando los chivitos les tocan con ellas.
Sus pasos de baile al son de la banda y las características picardías hacen de la chiviada penipeña un espectáculo único. También participan los “Caballitos” y “Carishinas” que generalmente están conformados por personas jóvenes y de la tercera edad que demuestran que el paso de los años no les ha arrebatado su alegría y su destreza en el baile; usan confecciones con cartón y papel de colores, además de una cabeza de caballo hecha enmadera pequeña al frente de la estructura, es así como los bailarines se visualizan como los jinetes de esos caballitos, quienes usan sombreros y caretas de nylon.
Las “Carishinas” usan faldas, sobreros, caretas, pañuelos y con sus distintivos alaridos en medio del baile. Es una verdadera algarabía cada una de las entradas, pero la última y la más esperada pertenece a la de los Pungales de la señora Demetria Rodríguez e hijos, que se conoce como la “entrada grande o entrada mayor”. Para ello la familia Velasteguí Rodríguez, desde las 05:00 h faena cerdos grandes, los cuales serán preparados como fritada y hornado, que junto con mote y la chicha son repartidos con quienes visitan la casa, desde los chivitos, carishinas, caballitos, integrantes de la banda, hasta quienes acompañarán en la entrada, todos son bienvenidos. Flores, banderas y globos son los adornos para las yuntas que llevan las chamizas.
La venerada imagen de San Francisco de Asís llegaba a la calle David Ramos e Isidro Ayora, casa de la señora Demetria Rodríguez, quien con lágrimas de alegría esperaba a su amado “Pachito”. Desde allí se recorrían las calles entre el sonido de la volatería, las sogas, la banda, la chamiza rozando los adoquines, hasta llegar hasta el parque central donde la volatería, sogas y bombardas hacen su aparición estelar con la ilusión cándida que lleguen hasta el mismo cielo. La prioste mayor, respetada y querida Demetria saludaba con sus amistades a lo largo de todo el recorrido.
A una cuadra de llegar al lugar donde se realiza la quemazón de la chamiza, la familia Pontón confeccionaba un arreglo el cual contenía pétalos de flores de diversos colores que serían liberadas al paso del Santo, cual una lluvia de rosas bañando a San Francisco. Al llegar a la plaza, conocida como la “canchita de San Francisco” se acumulaba la chamiza que pronto sería encendida. La banda al despedirse entonaba una pieza musical alegre para que doña Demetria, priostes, bailarines y toda la gente disfruten de un “zapateo”. Demetria Rodríguez fue prioste desde hace más de 60 años, con una fe inquebrantable corazón generoso hacia el prójimo. Falleció el 6 de noviembre de 2018 en el calor de su hogar y después de vivir una vida de entrega y trabajo arduo, con su cariño infinito por San Francisco de Asís, su pueblo y tradiciones.
El legado y el patrimonio trasciende de generación en generación por lo que la fe sigue intacta en sus hijos y familiares, quienes darán continuidad a la fiesta de San Francisco de Asís, por la devoción y el recuerdo vivo de su madre. Como la familia Velasteguí Rodríguez, Haro Baldeón, Chunata, Lata, Ayala y demás priostes junto a toda la población, conservan el patrimonio cultural inmaterial del cantón Penipe, con la reflexión de la experiencia vivencial, la cual es compartida con sus descendientes y también con quienes visitan Penipe.
Por: Marilyn Vanesa Cepeda Velasteguí