El Polvorín en Riobamba, la explosión en Brigada de Caballería Blindada Galápagos, cuya versión oficial no dejó satisfecho a los riobambeños.

El 20 de noviembre de 2002, Riobamba vivió una serie de explosiones que destruyó gran parte de la estructura urbana y dejaron daños valorados en más de USD 14 millones y donde dejó muertos que no se han contabilizado oficialmente.
Guillermo Haro, exdiputado de Chimborazo por Izquierda Democrática, recuerda la tragedia con detalles inquietantes.
Cerca de 80 explosiones sacudieron la ciudad. Lo que inicialmente se pensó era un accidente, después mostró indicios de algo mucho más complejo.
Guillermo Haro, ex diputado de Chimborazo.
Ese día, presuntamente el jefe de la brigada militar estaba ausente, un hecho que Haro describe como «curioso, pues faltaban solo 4 días para las elecciones, donde quedó ganador Lucio Gutiérrez».
Según Haro, incluso los estudiantes habían sido enviados a casa. «Había una serie de irregularidades, como la ausencia del personal técnico cualificado y la presencia de conscriptos sin experiencia».
Las investigaciones posteriores revelaron que gran parte del armamento estaba en mal estado o faltante. «De 10.140 granadas, solo se hallaron 2.923«, afirmó Haro, sugiriendo una posible venta ilícita de armas.
Además, señaló que las tareas de repotenciación se asignaron a personal sin experiencia, quienes no tenían la competencia ni conocimiento para realizar dicha acción de alto riesgo.
Irregularidades de la explosión

Una de las teorías que surgió tras la explosión, fue que el evento podría haber sido intencional para ocultar la desaparición de armamento, debido a que las armas estaban activas.
El exdiputado sostuvo que las autoridades, incluido el entonces presidente Lucio Gutiérrez, intentaron desviar las investigaciones. «Se hablaba de que fue un accidente, pero yo tengo pruebas de que no podía haber sido un simple error», argumentó Haro.
Además aseguró que las municiones encontradas en operativos en Colombia tenían marcas de las Fuerzas Armadas ecuatorianas, sugiriendo un posible tráfico de armas. Además, mencionó que los incendios previos a la explosión no fueron investigados.
Haro también destapó contratos irregulares para la repotenciación del armamento, a pesar de que este ya había sido dado de baja.
«Se adjudicó un contrato por más de un USD 1 millón, y lo firmó el ministro de Defensa, Hugo Unda sin convocar a concurso», aseguró. La ausencia de protocolos adecuados y la falta de manuales de operación incrementaron las dudas.
El exdiputado destacó que el armamento, cuya repotenciación se hacía sin las medidas de seguridad mínimas, representaba un peligro inminente. «Repotenciar granadas en el mismo lugar es como fumar junto a gasolina«, enfatizó.
El informe de la Fiscalía, según Haro, no prosperó debido a presuntos intereses políticos vinculados al gobierno de Gutiérrez.
El excomandante de la brigada aseguró que todas las municiones estaban desarmadas. Sin embargo, las pruebas decían lo contrario.
Riobamba sigue sin justicia por el Polvorín

El efecto psicológico de las explosiones también fue devastador. Muchos riobambeños sufrieron traumas y pérdidas irreparables. Ese es el caso de Flor Guamán y Edison Benavides, maestros que murieron protegiendo la vida de su pequeño hijo Emanuel.
Ni las edificaciones se libraron, pues los vidrios de los edificios se rompieron y causaron heridas a los transeúntes. Mientras que las fuerzas de seguridad presuntamente impidieron que algunas investigaciones cruciales se llevaran a cabo.
Riobamba quedó destruida prácticamente, y el dolor sigue latente incluso 22 años después.
Guillermo Haro, ex diputado de Chimborazo.
La búsqueda de la verdad no fue fácil. Haro enfrentó múltiples juicios civiles y penales, incluido el alcalde de Riobamba de ese entonces.
Intentaron levantarme la inmunidad parlamentaria, pero mis compañeros legisladores me apoyaron. Hubo marchas y hasta medios de comunicación me declararon persona no grata.
Guillermo Haro, ex diputado de Chimborazo.
A pesar del tiempo transcurrido, Haro sigue buscando justicia. «He documentado todo en libros con pruebas y testimonios», declaró.
Sin embargo, pocos han mostrado interés en continuar la investigación. «Los delitos no prescriben», afirmó con esperanza, haciendo un llamado a la valentía de las autoridades y la sociedad civil para esclarecer los hechos.
Haro finalizó destacando el daño psicológico que la tragedia dejó en los riobambeños. «A pesar de los años, el dolor sigue ahí, y la falta de justicia solo lo perpetúa».
El otro lado de la verdad aún espera ser plenamente revelada, mientras los archivos de Haro permanecen como testimonio de una lucha incansable por la verdad.
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