Gobernantes desnudos

Punto de vista
José Mujica decía hace varios años que “el poder no cambia a las personas, sólo revela quiénes verdaderamente son”. Aunque pareciera una frase trillada, de aquellas frases que aparecen en los libros de autoayuda, muestra una nueva forma de pensar en los gobernantes. Entre más poder, más se desnuda su interior, entre más autoridad, más se desviste el gobernante: no se ha dado cuenta que anda desnudo, mostrando sus más intensas pasiones, su intimidad, sus odios y amores. ¡Cuánto más mostrará un gobernante con un poder absoluto!
Lo hemos visto muchas veces en la historia. El poder dictatorial desnuda a los gobernantes. El poder solo ha mostrado cuánto odio reprimido tenían en contra de empresarios, periodistas… en contra de todo aquel que los contradecía. El poder solo ha mostrado su intenso sentido narcisista: los dictadores siempre se consideran inmaculados, elegidos divinos, personas sobrenaturales, verbigracia: Rasputín, Hitler, Pinochet, etc.
La falta de sumisión al poder se castiga con prisión, con insultos, con un aparataje de persecución porque la imagen inmaculada de los narcisos no puede ser cuestionada. La verdad se ha contado con una sola voz, con una sola versión, una realidad en la cual su iluminación ha guiado al pueblo por caminos tormentosos. De acuerdo a ellos, antes de su aparición en la escena pública, los ciudadanos eran ovejas sin pastor, personas ciegas, sordas, cuasi animales perdidos.
Pero aquellos que no se creen ovejas, aquellos que no creen en un iluminado, en un narciso, aquellos que nos sabemos libres, que no necesitamos de un iluminado, sabemos cuán desnudo están los gobernantes, en su arrogancia, no se han dado cuenta que su ropaje no es de lino fino. No tiene ropaje, el poder los ha dejado desnudos.
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