Mente de Terrateniente

Punto de vista
¿Cómo funciona la mente de un terrateniente? Ordena, obliga, sino lo obedecen, despide sin más remedio. Si esta mente toma control del espacio público, de los recursos públicos, su hacienda, de repente, ha tomado nueva forma, la forma de un país. Sus súbitos somos todos, y por ello cualquier insurgencia debe ser castigada. En la hacienda no se permite insurgencias, no se permite alzar la voz, no se permite contradecir, la obediencia es la única manera de obtener beneficios, y más fuerte que la obediencia es la adulación permanente. Los aduladores tienen comprado su asiento junto al terrateniente.
Lo mismo pasa en las universidades públicas, los nuevos rectores, los elegidos con mentes de terratenientes confunden lo público con lo privado. Su elección tiene que venir con reprimendas, el despido para cualquier docente visto conversando o apoyando a otras listas debe servir para alinear al resto. No se permite voces altisonantes, ni contradicciones. La única actitud bienvenida es la adulación: los aduladores tienen asegurado su puesto.
Vemos lo mismo en el pueblo: las redes sociales están llenas de personas que acusan a los detractores porque trabajan en puestos públicos. Si trabajas en un puesto público debes adular y estar de acuerdo, sino, “deberías presentar tu renuncia”. La mente de terrateniente se ha esparcido incluso en la población. La miopía nos consume, que difícil ser honesto en un espacio corrompido por la lisonja.
Es fácil descubrir ejemplos en nuestra América Latina, verbigracia, Venezuela, hermana nación que está gobernada por un personaje con mente de terrateniente: “Nicolás Maduro ordena despedir a 4000 funcionarios que firmaron contra él” (Panampost.com). Así, se confirma lo antes dicho: en muchos países de América Latina se ha pasado de vivir de un país a vivir en una hacienda, pasamos de vivir en una democracia a vivir en una dictadura. En la hacienda no hay elecciones justas, no hay predominio de la mayoría, la única voz aceptada es la del mandamás.
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